El tórax es la parte superior del tronco del ser humano y los animales vertebrados. Se sitúa entre el cuello y el abdomen y alojados en él hay órganos esenciales para la supervivencia, como el corazón, los pulmones, el timo, la tráquea y el esófago. Además, también contiene arterias, venas, nervios y ganglios linfáticos para la comunicación entre las distintas partes del cuerpo.
A pesar de que la pared torácica protege las estructuras citadas, existen muchas enfermedades y trastornos que pueden alterar la homeostasis del tórax y los órganos que contiene. En las siguientes líneas, se cita la utilidad diagnóstica y el procedimiento a seguir a la hora de realizar una radiografía de tórax.
¿Qué es la radiografía de tórax?
Las radiografías son pruebas rápidas e indoloras que generan imágenes del interior del cuerpo. Para ello se emplean rayos X, un tipo de radiación ionizante, invisibles para el ojo humano pero con capacidad de atravesar objetos opacos. Los tejidos densos como los huesos bloquean gran parte de la radiación y se muestran de color blanco, mientras que los músculos, los líquidos y las grasas aparecen de tono gris. Los órganos que contienen aire (como los pulmones) se ven negros.
La radiografía de tórax, como su propio nombre indica, se emplea para generar imágenes de la caja torácica y los órganos que se incluyen en ella. Se puede observar el tamaño, la forma y la localización de los siguientes órganos: corazón, pulmones, bronquios, arteria aorta, arterias pulmonares, mediastino (espacio medio de la caja torácica) y huesos del tórax, entre otros.
¿Para qué sirve?
La radiografía de tórax se suele recomendar cuando el paciente acude a la clínica con síntomas como dificultad para respirar, una tos agresiva o persistente, dolor torácico y/o fiebre. Algunos de los usos principales de esta técnica de diagnóstico por imagen son los siguientes:
- Detectar una neumonía, una infección respiratoria que afecta a uno o ambos pulmones.
- Diagnosticar calcificaciones (presencia de calcio) en el corazón y/o los vasos sanguíneos.
- Encontrar fracturas tras traumatismos en la columna vertebral, las costillas y otros huesos asociados.
- Detectar la acumulación de fluidos entre los pulmones y la pared torácica, algo conocido como derrame pleural.
- Encontrar tumores, malignos o benignos, en diversas regiones del tórax.
- Observar si el diafragma se ha desplazado de posición (hernia diafragmática).
- Detectar una acumulación de líquido en los pulmones, lo que podría ser signo de una insuficiencia cardiaca.
- Diagnosticar un enfisema, trastorno que afecta a los alveolos (bolsas de aire) de los pulmones.
- Encontrar aneurismas de la arteria aorta, enfermedad cardiaca congénita y otros problemas de vascularización.
- Realizar un seguimiento después de una intervención quirúrgica en el tórax (fugas de aire, acumulaciones de líquidos y más).
- Verificar que todo está en la posición correcta tras la colocación de un marcapasos, un desfibrilador o un catéter.
Estos son solo algunos de los usos diagnósticos de la radiografía de tórax, pero existen muchos más. El profesional sanitario puede indicar esta técnica de diagnóstico por imagen ante la sospecha de incontables condiciones patológicas.
¿Cómo prepararse para esta prueba?
Se recomienda llevar ropa holgada y cómoda antes de hacerse esta prueba, pues es posible que se requiera un cambio de la parte superior a una bata. Por otro lado, también es necesario quitarse todo abalorio, pieza dental, gafas y cualquier otro material metálico que se pueda albergar en la superficie corporal. De lo contrario, la obtención de imágenes podría verse trastocada.
En última instancia, hay que informar al profesional sanitario si se es mujer en estado de embarazo. Aunque la exposición a la radiación durante esta prueba es muy baja, siempre existe un ligero riesgo de daño al feto. Dependiendo de los perjuicios y beneficios, en este escenario se puede recomendar (o no) llevar a cabo una radiografía torácica, pero siempre con la máxima seguridad posible.
¿Qué ocurre durante la prueba?
Para llevar a cabo este procedimiento, el paciente debe colocarse entre la máquina que produce los rayos X y la lámina que crea la imagen digital que representa los resultados. Se puede requerir un cambio de posición a lo largo del proceso para que los resultados sean lo más claros posible. De todas formas, es vital mantenerse quieto durante la obtención de las imágenes para que estas no salgan borrosas.
¿Qué se siente durante una radiografía de tórax?
La radiografía de tórax, por sí sola, es completamente indolora. De todas formas, si hay una lesión ósea o daño en cualquiera de las estructuras implicadas, es posible que se sienta cierto malestar a la hora de cambiar de posición (mover los brazos, girarse, tumbarse y más). El profesional sanitario hará todo lo posible para que el paciente se sienta cómodo a pesar de su patología.
¿Cuáles son los riesgos de esta prueba? ¿Y los beneficios?
Los rayos X presentan múltiples beneficios. El equipo para llevarlos a cabo es relativamente barato, por lo que este tipo de prueba se realiza de forma rutinaria en la inmensa mayoría de clínicas. Además, al ser un proceso rápido, es de gran utilidad en entornos de emergencia. La radiación no se acumula en el cuerpo tras el análisis, aunque siempre existe un riesgo mínimo al exponerse a ella.
La exposición a la radiación ionizante de esta prueba conlleva un riesgo mínimo de desarrollar cáncer. De todas formas, en la inmensa mayoría de los casos los potenciales beneficios de este proceso son mucho mayores que los perjuicios.
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