Lipoma: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

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La aparición de un bulto en cualquier parte del cuerpo puede resultar muy preocupante. No es para menos, pues en la mayoría de los casos la mente divaga hacia los peores escenarios posibles: un cáncer, una infección fuera de control, la acumulación patológica de líquidos y otras muchas condiciones que pueden suponer un peligro para la vida. Por suerte, la mayoría de los cuadros responden a condiciones que, si bien requieren atención médica, son de naturaleza leve y no van más allá del malestar estético.

En las siguientes líneas, se recogen las causas, los síntomas, el diagnóstico y el tratamiento del lipoma, uno de los motivos más frecuentes de aparición de bultos en el cuerpo. Aunque esta información es muy valorable a nivel divulgativo, se recomienda que todo diagnóstico sea llevado a cabo por un profesional en salud.

¿Qué es el lipoma?

Los lipomas son tumores de tejido blando benignos. Se trata de acumulaciones de adipocitos, células encargadas de almacenar los lípidos que se sintetizan al ingerir alimentos que contienen grasas, de crecimiento lento y usualmente móviles al tacto.

Estos tumores mesenquimales se pueden desarrollar en cualquier parte del cuerpo en la que haya células grasas normales. De todas formas, suelen localizarse en el tejido subcutáneo de la región proximal de tronco y extremidades. En general, los lipomas son superficiales, están bien circunscritos y encapsulados, aunque hay algunas variantes más profundas y difusas que rompen esta regla. Casi siempre presentan un tamaño que oscila entre 1 y 10 centímetros.

Tal y como indican fuentes profesionales, los lipomas son los tumores mesenquimales (derivados del tejido conjuntivo) más comunes en la población general. Aparecen de media en 2 de cada 100 personas y, aunque pueden diagnosticarse a cualquier edad, son mucho más comunes entre los 40 y los 60 años de edad. También se ha detectado que hay una mayor incidencia en el sexo biológico masculino.

Tipos de lipomas

Existen varios tipos de lipomas según su forma, localización, características y más. Se destacan los siguientes, aunque existen más:

  • Convencional: es el más común de todos y comparte los rasgos ya descritos en el apartado anterior. Está formado por grasa blanca.
  • Angiolipoma: además de contener adipocitos maduros, también está formado por vasos sanguíneos. A diferencia del lipoma convencional, este sí suele resultar doloroso.
  • Fibrolipoma: además de grasa, contiene tejido fibroso. Los ligamentos, los tendones y la capa interna de la piel son ejemplos de tejido fibroso.
  • Hibernoma: es un lipoma de grasa parda, a diferencia de la grasa blanca del resto de los enumerados.
  • Mielolipoma: está compuesto por tejido adiposo maduro y elementos hematopoyéticos diversos (similares a la médula ósea).

Síntomas asociados a la aparición del lipoma

Como se ha referido en líneas previas, los lipomas pueden aparecer en (prácticamente) cualquier parte del cuerpo. Estos tumores benignos suelen recoger las siguientes características:

  • Aparecen como bultos justo por debajo de la piel.
  • Surgen en la espalda, el cuello, los hombros, el abdomen, los brazos y los muslos.
  • Están encapsulados, es decir, no se expanden a tejidos adyacentes.
  • No suelen causar dolor. De todas formas, si el lipoma comprime un nervio o un vaso sanguíneo, sí que se puede llegar a experimentar algo de malestar.
  • Son suaves y pastosos cuando se tocan.
  • Se suelen mover fácilmente por debajo de la piel al ejercer presión sobre ellos con los dedos.
  • Tienen forma oval o circular, además de presentar simetría.

Cabe destacar que del 5 al 10 % de las personas con un lipoma desarrollan más en su cuerpo. La presencia excesiva de estos tumores benignos puede ser signo de una lipomatosis múltiple familiar y otros trastornos genéticos que se escapan a las competencias de este espacio.

¿Qué causa la aparición de un lipoma?

No existe una explicación clara por la cual se desarrollan los lipomas. Aunque se sabe que son más comunes en hombres, adultos y en familiares de personas que ya han tenido estos tumores benignos con anterioridad, siguen sin saberse las causas exactas que fomentan su aparición.

De todas formas, modelos animales sí han demostrado que el gen HMG I-C y sus variantes podría estar asociado a una mayor proclividad para desarrollar lipomas. Otro caso muy distinto es el de la lipomatosis múltiple familiar, pues esta sí es una entidad clínica de herencia autosómica dominante asociada a defectos genéticos descritos.

Diagnóstico de este tumor benigno

Los lipomas de características habituales se suelen diagnosticar a partir de una evaluación clínica superficial, es decir, un examen físico y poco más. Una vez se ha realizado la escisión quirúrgica de la masa grasa (si es que es necesario), puede contemplarse su envío al laboratorio para una evaluación a nivel histológico, aunque esto no siempre es necesario.

En ciertos casos, antes de cualquier intervención se requiere la realización de pruebas de diagnóstico por imagen, como radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas. Esto se suele recomendar si el lipoma cumple ciertas características, entre las que destacan las siguientes:

  • Tiene un tamaño gigante, mayor de 10 centímetros.
  • Presenta un crecimiento demasiado rápido.
  • Se encuentra muy fijado a tejidos que se encuentran por debajo.
  • Causa dolor.
  • Se localiza en tejidos más profundos.

En este punto, cabe destacar que el diagnóstico por imagen es la única forma de localizar lipomas muy profundos o en localizaciones anatómicas anormales.

¿Cómo se tratan los lipomas?

En general, no se requiere ningún tratamiento para el abordaje del lipoma típico. La mayoría de personas que buscan su extracción quirúrgica lo hacen por motivos estéticos o, en casos más raros, porque la masa causa algún tipo de incomodidad/dolor. La decisión de tratar un lipoma depende de varios factores: tamaño, localización, sintomatología, opinión personal del paciente y mucho más.

En los casos en los que sí se decida por un abordaje quirúrgico, se recomienda la extracción de toda la masa tumoral, incluida la cápsula. La incisión se suele realizar directamente sobre la masa en una línea de tensión de la piel, intentando mantener las propiedades estéticas de la zona lo máximo posible. Tras la realización de la cirugía puede aparecer un hematoma y una cicatriz, aunque estos son mínimos. En ciertos escenarios, también se plantea la opción de una liposucción.

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