El hombro es una región anatómica de alta complejidad con una función esencial para entender la anatomía humana, pues se encarga de la unión del brazo con el tronco. Se trata de la articulación con el mayor rango de movimiento de todo el organismo y tiene una utilidad continua en el día a día, lo que la hace proclive a sufrir un gran número de patologías y lesiones. De forma somera, la anatomía del hombro se divide en:
- Huesos: húmero, escápula y clavícula.
- Articulaciones: articulación glenohumeral, articulación subdeltoidea, articulación escapulotorácica, articulación acromioclavicular y articulación esternoclavicular. Todas ellas trabajan en el movimiento del hombro.
- Músculos: los músculos principales de esta región anatómica son el coracobraquial, el dorsal ancho, el redondo mayor y el pectoral mayor. Se consideran accesorios el deltoides, el supraespinoso y el bíceps. Hay otros grupos musculares en el hombro, pero estos son algunos de los más relevantes.
- Vasos sanguíneos, ligamentos, tendones, nervios y otras estructuras.
Tal y como indican fuentes científicas, el dolor de hombro es una condición musculoesquelética común que se reconoce como un problema incapacitante, y puede estar asociado con una carga de morbilidad sustancial. En las siguientes líneas, se recogen las causas, el diagnóstico y los síntomas que se pueden asociar a este cuadro.
Causas del dolor de hombro
Tal y como lo indica su propio nombre, el dolor de hombro hace referencia al dolor en o alrededor de la articulación del hombro. Aunque en la mayoría de los casos el problema se encuentra circunscrito a esta región anatómica, en ocasiones puede asociarse a trastornos en otras zonas, o incluso ser de naturaleza sistémica. En la siguiente lista, se citan las causas más comunes de este síntoma:
- Contractura muscular: contracción involuntaria y continuada de la musculatura tras la realización de esfuerzos.
- Lesión del manguito rotador: este tipo de lesión es muy frecuente y su prevalencia aumenta con la edad. Mantener el brazo en la misma posición durante mucho tiempo, practicar deportes que requieren movimiento repetitivo de la articulación, trabajar con el brazo por encima de la cabeza de forma asidua, mala postura y envejecimiento son algunos de los factores de riesgo para su aparición.
- Dislocación de hombro: en este tipo de lesión, el hueso del brazo superior se descoloca de la cavidad del omóplato. Requiere atención médica inmediata y suele estar causada por lesiones deportivas, traumatismos y caídas.
- Bursitis: irritación de la bursa, un tipo de saco pequeño situado entre las partes móviles de las articulaciones del cuerpo para proteger y amortiguar. Suele ser causada por sobrecarga o cambios bruscos en nivel de actividad.
- Osteoartritis: es el tipo de trastorno articular más común. En este trastorno, los tejidos de la articulación afectada se degradan con el paso del tiempo, por lo que se considera mucho más usual en la población geriátrica.
- Hueso roto: este cuadro tiene lugar cuando se produce una rotura cerca de la parte superior del hueso de su brazo, alrededor de la articulación del hombro.
- Tendinitis: inflamación y/o irritación de los tendones que forman parte del hombro. Las actividades deportivas y el movimiento repetitivo del brazo pueden favorecer la aparición de tendinitis.
- Lesión del plexo braquial: se produce cuando los nervios del plexo braquial se estiran, comprimen, desgarran o desprenden de la médula espinal. Son frecuentes en las prácticas deportivas de contacto.
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Estas son solo algunas de las causas más habituales del dolor de hombro, pero existen muchas más. Por ejemplo, el ataque cardiaco también suele cursar con un dolor en el pecho característico que se propaga al hombro (sobre todo el izquierdo). Entre otros desencadenantes, hay que destacar la aparición de espolones óseos, la capsulitis adhesiva y otros tipos de lesiones mecánicas asociadas a músculos, ligamentos, tendones y huesos.
Otros síntomas asociados
El dolor de hombro no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma de una condición subyacente. Otros signos clínicos que pueden aparecer junto a este, dependiendo de la causa subyacente, son:
- Dolor, rigidez y enrojecimiento en la zona comprometida.
- Limitación del movimiento del brazo o incapacidad total para moverlo, dependiendo de la gravedad de la lesión.
- Espasmos musculares.
- Inflamación.
- Debilidad de la articulación afectada.
- Malestar local o irradiado, dependiendo del agente causal subyacente.
¿Cuál es el diagnóstico del dolor de hombro?
El diagnóstico del dolor de hombro generalmente implica una evaluación clínica por parte de un profesional de la salud, como un fisioterapeuta o médico. En la primera evaluación, el profesional en salud realizará preguntas sobre la historia clínica del paciente (anamnesis), como la duración y la intensidad del dolor, cualquier lesión previa o actividad que pueda haber desencadenado el malestar (deporte, laboral y más).
Además, será necesario llevar a cabo un examen físico para evaluar la amplitud de movimiento, la fuerza muscular y la presencia de cualquier deformidad, rigidez o hinchazón en el área afectada. Es posible que de forma complementaria se realicen pruebas específicas de diagnóstico por imagen para determinar la causa subyacente del dolor: rayos X, resonancia magnética, tomografía axial computarizada (TAC) y más.
En algunos escenarios se pueden realizar otras pruebas adicionales que se escapan del terreno imagenológico, como análisis de sangre o de orina, para descartar otras condiciones médicas que puedan contribuir al dolor de hombro. De todas formas, esto no suele ser necesario.
Tratamiento
El abordaje del dolor de hombro depende en su totalidad de la causa subyacente. También será diferente según la intensidad del malestar, el estado de salud previo del paciente, las limitaciones terapéuticas y otros muchos factores. Entre las potenciales medidas a tomar, se destacan las siguientes:
- Descanso: se recomienda evitar actividades que agraven el dolor y dar tiempo al hombro para descansar y recuperarse. Modificar ciertos movimientos o posturas también puede ser beneficioso, aunque no se recomienda dejar de utilizar el brazo en su totalidad (a menos que lo indique un profesional).
- Fisioterapia: diversas técnicas fisioterapéuticas pueden ayudar a mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad y la estabilidad de la región afectada. Lo ideal es hacer uso de planes de actividad diseñados para el paciente, según su cuadro y necesidades.
- Medicamentos: los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) son de uso común para el manejo del dolor. El profesional médico también puede prescribir fármacos más fuertes en caso de que sea necesario.
- Autocuidado: aplicar hielo o calor, según la naturaleza del dolor, puede proporcionar alivio temporal. También es importante mantener una buena postura, descansar el brazo en superficies blandas con asiduidad, y evitar el sobreesfuerzo.
- Cirugía: en casos más graves (o cuando otras opciones de tratamiento no han tenido éxito), la cirugía puede ser considerada. Esto podría implicar reparación de tejidos dañados, descompresión de nervios e incluso extracción de tejido dañado. Esto no suele ser necesario.
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