La pelvis es la región anatómica inferior del tronco. Situada debajo del abdomen, esta área contiene los huesos iliacos de la cadera, la vejiga y el recto. También limita un espacio conocido como cavidad pélvica, en el cual se encuentran diversos órganos de gran importancia reproductiva, sobre todo en el sexo biológico femenino (vagina, cuello uterino, útero, trompas de Falopio, ovarios y más). Topográficamente, esta región se divide en 2 segmentos:
- Pelvis mayor: está situada por encima del estrecho superior. Contiene las vísceras intestinales no situadas en la pelvis menor y, durante el embarazo, el útero grávido.
- Pelvis menor: es la parte “más estrecha del embudo”, situada entre el estrecho superior y el diafragma pélvico. Alberga los órganos genitales, la vejiga urinaria y la parte final del tubo digestivo. También se conoce como “pelvis verdadera”.
El esqueleto pélvico se considera un anillo óseo que funciona como conector entre la columna vertebral y los fémures. Por lo tanto, una de sus funciones principales es soportar el peso del tronco, la cabeza y las extremidades superiores cuando el ser humano está sentado y/o de pie. También es esencial para mantener la integridad de huesos y músculos a la hora de caminar y mantenerse erguido, por lo que su trabajo principal es de tipo estructural y motor. Además, sirve como alojo y protección para las vísceras y estructuras blandas ya citadas.
El dolor pélvico es un signo clínico muy común, sobre todo en el sexo biológico femenino. Sin ir más lejos, fuentes científicas estiman que la prevalencia del dolor pélvico crónico en la mujer es de hasta el 15 %, una cifra nada desdeñable. En las siguientes líneas, se describen los síntomas, las causas, el diagnóstico y el tratamiento de esta condición.
¿Qué es el dolor pélvico?
Tal y como indica su propio nombre, el dolor pélvico es el malestar que tiene lugar en la parte más baja del abdomen. El dolor abdominopélvico agudo es una de las causas más frecuentes de consulta ginecológica y, según estudios, también es el motivo más frecuente de hospitalización. Aunque en general este cuadro clínico se asocia al sexo biológico femenino, puede aparecer en toda persona e ir más allá de los órganos reproductivos. Entre otras cosas, la causa del dolor también puede estar en el aparato urinario, digestivo o musculoesquelético.
Muchos de los cuadros de dolor pélvico son de naturaleza aguda, pero este se considera crónico si tiene una duración superior a 3-6 meses. El dolor pélvico crónico (DPC) representa aproximadamente el 9 % de todas las visitas al ginecólogo, lo que refleja su importancia a nivel epidemiológico.
Síntomas asociados al dolor pélvico
El dolor pélvico no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma más de una condición subyacente. Este malestar puede presentarse de forma gradual o súbita, ser constante o ir y venir en “oleadas”. Dependiendo del agente causal, también puede dificultar la realización de ciertas tareas cotidianas o empeorar a lo largo del día.
Este tipo de dolor se puede describir como:
- Intenso y cortante.
- Dolor de tipo sordo.
- Malestar que aparece y desaparece, intermitente.
- Dolor punzante, de tipo calambre.
- Pesadez y/o presión sentida en la parte interna de la pelvis.
Dependiendo de la causa, otros signos clínicos que en ocasiones acompañan a este dolor son:
- Sangrado vaginal fuera del periodo, o secreción de líquidos purulentos/malolientes.
- Dolor menstrual.
- Dolor al orinar.
- Malestar acrecentado al mantener relaciones sexuales.
- Sensación de llenura y meteorismo (gases).
- Sangrado rectal.
- Fiebre.
- Malestar estomacal.
- Estreñimiento/diarrea.
- Dolor en otras zonas del cuerpo, como las caderas.
Cualquiera de los síntomas citados requiere de una visita al médico y/o la realización de diversos estudios de diagnóstico por imagen. Es importante encontrar la causa de este malestar cuanto antes para así abordarlo de la forma más eficaz posible.
Causas del dolor pélvico
El dolor pélvico tiene una lista de posibles desencadenantes casi inabarcable, debido a la cantidad de órganos que aloja y su funcionalidad a nivel fisiológico. Se destacan algunos de los más reseñables en la siguiente lista:
- Apendicitis: inflamación del apéndice que cursa con un intenso dolor en la parte inferior derecha del abdomen. Principalmente, se debe a una obstrucción en el revestimiento del apéndice.
- Infección del aparato urinario: infecciones comunes que ocurren cuando las bacterias entran por la uretra y colonizan otros sistemas. Es mucho más usual en el sexo biológico femenino.
- Infecciones de transmisión sexual (ITS) y enfermedades de transmisión sexual (ETS): causadas por microorganismos que se transmiten durante el sexo oral, anal o vaginal. La gonorrea, la tricomoniasis y la candidiasis son algunos ejemplos de ETS frecuentes. De nuevo, el dolor pélvico por ETS es más común en mujeres que en hombres.
- Infección renal o presencia de piedras en los riñones.
- Endometriosis: en este cuadro, un tejido similar al que recubre el interior del útero crece fuera de este. El dolor pélvico es muy característico de este trastorno.
- Enfermedad inflamatoria pélvica crónica (EIP): cursa con la formación de cicatrices en los órganos pélvicos. En general, es consecuencia de una ETS o una infección del tracto urinario no tratada.
- Síndrome del colon irritable: un trastorno frecuente que afecta a estómago e intestinos, pudiendo causar dolor en la pelvis mayor y/o menor.
- Otros trastornos gastrointestinales: como diverticulitis, diverticulosis, colitis y más.
- Cistitis intersticial: una afección crónica que causa presión en la vejiga, dolor vesical y, a veces, dolor pélvico.
Estas son solo algunas de las causas de dolor pélvico, pero existen muchas más. Hay que citar el embarazo, el embarazo ectópico, el aborto, la ovulación, la menstruación normal, los quistes ováricos, el síndrome de congestión pélvica y varios tipos de cáncer. También es necesario tener en cuenta que diversos factores psicológicos pueden ser el origen o la causa de la exacerbación de este malestar (estrés, ansiedad, experiencias previas de violencia sexual y más).
¿Cómo se diagnostica la causa del dolor pélvico?
El primer paso para el diagnóstico del dolor pélvico es la exploración física y la anamnesis por parte de un profesional médico. Esto puede ayudar a determinar la localización exacta del malestar y arrojar información que encamine la detección (desde cuándo está presente el dolor, otros síntomas asociados, en qué momentos empeora la sensación y más). Después del contacto inicial, se suelen realizar diversos estudios rutinarios.
El análisis y cultivo de orina es una de las pruebas más realizadas ante el dolor pélvico, pues permite detectar infecciones del tracto urinario, diversas ETS y la presencia de piedras en riñones, entre otras cosas. El análisis de sangre también puede ser de gran ayuda en este sentido. Por otro lado, en el sexo biológico femenino, también se suele recurrir a una prueba de embarazo para descartar gestaciones, embarazos ectópicos, abortos y más.
Más allá de esto, diversas pruebas imagenológicas y médicas pueden llevarse a cabo para encontrar la causa del dolor abdominal:
- Rayos X en la región pélvica y abdominal.
- Ecografía, para detectar o descartar quistes y tumores en ovarios, trompas de Falopio y útero.
- Tomografía computarizada en pelvis y abdomen.
- Resonancia magnética en pelvis y abdomen.
- Laparoscopia, procedimiento en el que se emplea un tubo delgado y flexible para observar el interior de abdomen/pelvis.
- Histeroscopia, procedimiento para observar el interior del útero.
- Endoscopia.
¿Cuál es el tratamiento del dolor pélvico?
El tratamiento del dolor pélvico varía según la causa subyacente. En el caso de infecciones, como ETS o ITS, es posible que se recomiende el consumo de antibióticos o antifúngicos para combatir al agente causal. Los trastornos ginecológicos, como los quistes ováricos o la endometriosis, pueden requerir intervenciones específicas, como cirugía o terapias hormonales para regular el ciclo menstrual.
En situaciones en las que el dolor pélvico está relacionado con trastornos gastrointestinales, se pueden implementar cambios en la dieta, medicamentos para controlar los síntomas y terapias de gestión del estrés. Para abordar problemas musculares o estructurales, la fisioterapia puede ser beneficiosa. Los ejercicios de fortalecimiento y estiramientos específicos a menudo ayudan a aliviar la tensión y mejorar la función muscular en la región pélvica.
Más allá del agente causal, la gestión del dolor mientras se diagnostica y resuelve el cuadro a menudo incluye analgésicos o antiinflamatorios (ya sean de venta libre o recetados) para aliviar los síntomas. Si el abordaje farmacológico tradicional no funciona, se pueden utilizar enfoques más avanzados, como bloqueos nerviosos o procedimientos mínimamente invasivos para aliviar el dolor crónico.
Es importante destacar que el tratamiento del dolor pélvico puede requerir un enfoque multidisciplinario, que a menudo incluye la colaboración de ginecólogos, gastroenterólogos, fisioterapeutas, y otros profesionales de la salud, según la naturaleza específica del problema. La atención personalizada y la identificación precisa de la causa subyacente son fundamentales para determinar el plan de tratamiento más efectivo para cada paciente.
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