Síntomas de este cuadro clínico
Los movimientos repentinos que suponen una carga en el tendón de Aquiles son proclives a provocar esta lesión. Entre sus síntomas principales, destacan los siguientes:
- Dolor repentino y punzante en la parte trasera del tobillo o la pantorrilla.
- Incapacidad para doblar el pie hacia adentro.
- Dificultad a la hora de empujar la extremidad dañada hacia adelante al caminar.
- Hinchazón en la parte trasera de la pierna, entre el talón y la pantorrilla.
- Escuchar un chasquido, crujido o estallido en el momento de la rotura.
- Aparición de moratones en el área afectada.
Causas
Como se ha mencionado en líneas previas, toda actividad que suponga un estrés fisiológico para el tendón de Aquiles puede generar la rotura, especialmente aquellas situaciones que provocan un aumento repentino de la presión ejercida sobre el tendón. Algunas de las principales causas son las siguientes:
- Incrementar la intensidad en la práctica de deportes, sobre todo si implican saltar o movimientos repentinos (como el tenis o el baloncesto).
- Tropezar, caerse o tener otro tipo de accidente.
- Contracción excesiva del músculo gastrocnemio-soleo.
- Caer en un agujero y torcerse el tobillo.
También existen ciertas características y enfermedades sistémicas que pueden ser factores predisponentes para sufrir una lesión en el tendón de Aquiles. Es necesario destacar la obesidad, el consumo de ciertos antibióticos (como ciprofloxacina o levofloxacina), la terapia con inyecciones de esteroides, la diabetes, la patología renal crónica, el lupus, la artritis reumatoide y los trastornos tiroideos.
Diagnóstico de la rotura del tendón de Aquiles
La rotura del tendón de Aquiles se diagnostica combinando historia clínica, examen físico y, en algunos casos, pruebas de diagnóstico por imagen. En el examen realizado por el profesional médico, los signos clave en el paciente incluyen la presencia de un “hueco” palpable en el tendón y una prueba de Thompson positiva, en la que la falta de movimiento del pie al apretar la pantorrilla indica una ruptura. También se observa dificultad para realizar flexión plantar o caminar con normalidad.
Para confirmar el diagnóstico, las pruebas de diagnóstico por imagen (como la ecografía o la resonancia magnética) pueden ser necesarias, especialmente si el examen físico no es concluyente. Estos estudios ayudan a evaluar la extensión de la rotura y planificar el tratamiento, pues permiten observar con detalle los tejidos blandos de la extremidad. Un diagnóstico temprano es esencial para prevenir complicaciones y optimizar la recuperación.