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Radiografía: definición y usos

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La radiografía es una técnica de diagnóstico por imagen que permite observar estructuras internas del cuerpo, especialmente los huesos, mediante el uso de rayo X. Los rayos X son un tipo de radiación ionizante de alta energía, invisible para el ojo humano, capaz de atravesar cuerpos opacos. La capacidad de penetración de este tipo de radiación es mayor cuanto más baja es la densidad de la materia, lo que permite la distinción de estructuras anatómicas en la imagen obtenida.

Los tejidos densos (como los huesos) se muestran de tono blanco en la imagen radiológica, ya que el calcio que los forma absorbe la mayoría de los haces de rayos. Por otro lado, los músculos, la grasa y los líquidos se muestran como sombras de color gris. Las estructuras que contienen aire (como el interior de los pulmones) se visualizan de color negro, pues el aire en el cuerpo tiene una densidad mucho menor que los tejidos circundantes, lo que significa que absorbe menos radiación de rayos X.

La prueba de rayos X es esencial para la prevención y el diagnóstico de muchas enfermedades. Se trata de una técnica rápida, indolora y muy económica, lo que hace que sea el estudio imagenológico más empleado en todo el planeta. En las siguientes líneas, se describen las particularidades de las radiografías y sus usos clínicos.

¿Para qué se utiliza la prueba de imagen de rayos X?

La radiografía es un tipo de tecnología de imagen médica que se puede emplear para estudiar la mayoría de áreas del cuerpo. Además, (casi) todas las personas, de niños a ancianos, pueden llevarla a cabo sin riesgo significativo de efectos secundarios, por lo que se utiliza con mucha asiduidad en el terreno médico. Algunos de los motivos principales por los cuales un profesional en salud puede recomendar la realización de unos rayos X son:

  • Detectar fracturas y otros tipos de lesiones óseas.
  • Encontrar problemas en los dientes y en regiones orales, como un absceso dental, una fractura en un diente y más.
  • Diagnosticar escoliosis, una desviación lateral de la columna vertebral.
  • Comenzar el diagnóstico de tumores benignos o malignos (cáncer) en los huesos.
  • Identificar la causa de ciertos síntomas en diversas partes del cuerpo, como dolor e inflamación.
  • Localizar problemas estructurales en huesos, articulaciones, tendones y tejidos blandos.
  • Diagnosticar problemas en los pulmones, como neumonía o cáncer de pulmón.
  • Prevenir y diagnosticar el cáncer de mama, con un tipo específico de radiografía conocido como mamografía.
  • Encontrar otros problemas en el tórax y el abdomen, como obstrucciones, masas tumorales o inflamación intestinal, disfagia y más.

Estos son solo algunos de los usos de la radiografía en el entorno médico, pero existen muchos más. De todas formas, es necesario destacar que suele ser necesaria la realización de otros estudios accesorios (ecografía, resonancia magnética (RM), tomografía axial computarizada (TAC), biopsia y más) para confirmar o descartar la enfermedad. Ante cualquier duda, siempre es recomendable ponerse en manos de un profesional en salud.

¿Cómo se hace la radiografía?

El proceso para la realización de este estudio imagenológico comienza con el paciente ubicándose entre una máquina de rayos X y una placa detectora de radiación. El técnico radiólogo, profesional en salud encargado de realizar esta prueba, coloca el área anatómica de interés del paciente entre la fuente de rayos X y la placa. Cuando todo está en posición adecuada, se emiten pulsos de radiación de rayos X, los cuales atraviesan los tejidos del cuerpo, absorbiéndose en distintas cantidades, y alcanzan la placa.

La placa detectora registra la radiación que pasa a través del cuerpo y crea una imagen digital que representa las diferencias de absorción de los rayos X en los distintos tejidos del área estudiada. Esta imagen muestra las estructuras en diferentes tonos de gris según su densidad y absorción de rayos X. Una vez capturada la imagen, el radiólogo realiza el estudio pertinente.

Para llevar a cabo este proceso, se requiere una serie de equipos radiológicos de alta calidad, como máquinas de rayos X modernas, detectores digitales de última generación y software de procesamiento de imágenes avanzado. De todas formas, la radiografía destaca por no ser invasiva, su rapidez y su sencillez de realización. En general, el procedimiento completo no se demora por más de 15 minutos.

Radiografía con contraste

Como su propio nombre lo indica, la radiografía con contraste es una técnica de diagnóstico por imagen que requiere la administración de un medio de contraste (como bario o yodo) para llevarse a cabo. Los contrastes radiológicos son una serie de sustancias opacas a la radiación que se usan para permitir o mejorar la visualización de ciertas estructuras anatómicas. Estos compuestos pueden aplicarse por distintas vías de administración (oral, rectal, intravenosa y más) con el fin de incrementar la sensibilidad y especificidad diagnóstica.

La utilización de radiografía con contraste es interesante en la evaluación del sistema gastrointestinal, pues en estos casos es necesario administrar un medio de contraste oral o rectal al paciente para resaltar el tracto digestivo y detectar anomalías como úlceras, obstrucciones o tumores. Esta técnica también es de gran utilidad para la evaluación del sistema circulatorio.

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Preparación previa para la radiografía

La mayoría de las radiografías no requieren de una preparación previa especial. En general, basta con llevar ropa holgada y fácil de poner/quitar, pues es posible que el radiólogo le pida al paciente que se quite alguna prenda o que se cambie a una bata hospitalaria antes de la realización del estudio. También es importante quitarse antes de la prueba todo objeto metálico no fijo, como joyas, relojes, gafas, aparatos dentales extraíbles y más, pues esto podría interferir con la correcta obtención de imágenes.

Dependiendo de la prueba de rayos X, también puede pedirse un periodo de ayuno de 8 a 12 horas, aunque esto solo suele ser necesario para la realización de ciertas placas del aparato digestivo. En los casos de la radiografía abdominal, también se puede requerir el vaciado de vejiga antes del procedimiento.

Por último, es necesario comentar al profesional en salud antes de la prueba si la paciente es mujer y está embarazada. El riesgo de que la radiación emitida dañe al feto es muy bajo y, además, se pueden utilizar delantales de plomo para proporcionar protección de una dispersión radioactiva. De todas formas, en la radiografía abdominal existen más reservas, pues hay una exposición directa hacia el bebé. El riesgo en este caso depende de la edad gestacional y de la cantidad de exposición a la radiación, pero es algo a comentar con el médico y a tener en cuenta.

Ventajas de la prueba de rayos X

La radiografía reporta múltiples ventajas en el terreno médico. Destacamos las siguientes:

  • Es una técnica de diagnóstico no invasiva que permite realizar el diagnóstico y el seguimiento de diversas enfermedades.
  • No es dolorosa ni genera ningún tipo de malestar.
  • Permite el guiado en ciertos procedimientos quirúrgicos.
  • Es económica, pues el precio de la radiografía es menor que prácticamente cualquier otra técnica imagenológica.
  • Es rápida de realizar.
  • Está ampliamente disponible, y se trata de la técnica de diagnóstico por imagen más común en todo el planeta.
  • Su integración con sistemas digitales y nuevas tecnologías permite una mayor capacidad diagnóstica.

Desventajas y riesgos de la radiografía

A pesar de su amplia utilidad, la radiografía también tiene ciertos riesgos y potenciales efectos secundarios asociados. De todas formas, es importante tener en cuenta que los potenciales beneficios de su utilización son, en la inmensa mayoría de ocasiones, mucho mayores que cualquier potencial desventaja. Entre los puntos negativos a tener en cuenta de esta técnica imagenológica, destacan:

  • Esta técnica usa radiación ionizante. La dosis de radiación empleada depende de muchos factores, como el área anatómica a estudiar, el tipo de prueba y mucho más. Por ejemplo, la dosis de radiación de una radiografía de tórax, que suele ser de alrededor de 0.1 milisievert (mSv), es aproximadamente equivalente a la radiación que el ser humano recibe de fuentes naturales durante un día típico en la Tierra. Estas fuentes naturales incluyen la radiación cósmica del espacio, la radiación terrestre del suelo y materiales radiactivos presentes en el entorno. Es necesario destacar que la exposición a radiación de forma repetida puede promover el daño celular y la aparición de ciertos tipos de cáncer, pero en la inmensa mayoría de los casos, el riesgo es mínimo.
  • En los casos en los que se administra un medio de contraste, es posible que el paciente experimente ciertos síntomas desagradables. Entre los más comunes, se incluyen sabor metálico en la boca, sensación de calor y/o sofoco, aturdimiento, ligeras náuseas o picazón. En algunos casos, pueden producirse reacciones adversas más graves, pero esto es muy poco habitual.
  • Como se ha mencionado en líneas previas, algunas radiografías pueden resultar en un ligero riesgo para el bebé en mujeres embarazadas. 
  • Las radiografías son excelentes para observar estructuras densas (como los huesos), pero presentan ciertas limitaciones en el estudio de tejidos blandos. Esto puede dificultar la realización de ciertos estudios y hacer que se requieran otras pruebas accesorias, como la resonancia magnética o la ecografía, con el fin de detectar la enfermedad.
  • Por último, es necesario destacar que las radiografías no ofrecen imágenes a tiempo real. Esta técnica produce imágenes estáticas de una sola instantánea en el tiempo, a diferencia de otras metodologías.

De nuevo, es importante recalcar que todas estas desventajas y riesgos no son factorizables si el médico prescribe la realización de una radiografía como método diagnóstico. En prácticamente todos los casos, todo potencial riesgo es menor que los beneficios obtenidos de su realización.

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