Cifras epidemiológicas
Según fuentes epidemiológicas, los nódulos tiroideos son extremadamente comunes en la población general. A partir de los 60 años de edad, la mitad de las personas tienen al menos un nódulo tiroideo, y esto se suele descubrir en estudios imagenológicos rutinarios o no relacionados con la patología tiroidea.
- Es importante mencionar que estos bultos son aproximadamente 4 veces más frecuentes en mujeres que en hombres y ocurren con mayor asiduidad en personas que viven en áreas geográficas con deficiencia de yodo. De todas formas, toda persona puede desarrollar un nódulo tiroideo o varios a lo largo de su vida, independientemente de su sexo biológico, edad o lugar de procedencia.
Síntomas asociados a los nódulos tiroideos
Como se ha mencionado en líneas previas, la mayoría de los nódulos tiroideos son asintomáticos y se detectan de forma accidental durante otros estudios de diagnóstico por imagen. De todas formas, y de manera ocasional, sí se pueden experimentar los siguientes signos clínicos:
- Sentir un bulto al tocar la zona del cuello en la que se encuentra la glándula tiroides.
- Ver una inflamación en la base del cuello.
- Dificultad para respirar adecuadamente. Esto ocurre en los casos en los que el nódulo aprieta al esófago.
En algunos escenarios, el nódulo puede producir hormonas tiroideas, lo que se traduce en un cuadro de hipertiroidismo. Los síntomas principales del hipertiroidismo son los siguientes:
- Fatiga.
- Nerviosismo.
- Irritabilidad.
- Debilidad muscular.
- Problemas para tolerar el calor.
- Problemas para dormir adecuadamente.
- Temblores.
- Ritmo cardiaco irregular.
- Diarrea y deposiciones frecuentes.
- Pérdida de peso.
Los síntomas del hipertiroidismo se deben a la aceleración de las funciones normales del organismo. Huelga decir que, ante cualquiera de estos signos clínicos, se requiere atención de un médico profesional.
Causas de los nódulos tiroideos
Los nódulos tiroideos son causados por un crecimiento excesivo de las células en la glándula tiroidea. Este evento clínico puede ocurrir por diversas razones, y no siempre es posible encontrar una causa concreta. Entre los factores principales que se consideran predisponentes, se destacan los siguientes:
- Deficiencia de yodo: cuando hay déficit prolongado de este mineral en la dieta, la tiroides se agranda y forma nódulos en un intento de captar más yodo del torrente sanguíneo. Esto se debe a que el yodo es esencial para la formación de las hormonas tiroideas.
- Enfermedades autoinmunitarias: patologías como la tiroiditis de Hashimoto provocan inflamación crónica de la tiroides, lo cual puede llevar a la formación de nódulos.
- Crecimiento celular anormal: tanto los crecimientos benignos como los malignos pueden formar nódulos.
- Factores de riesgo: exposición a radiación en la tiroides, historial familiar de cáncer tiroideo o nódulos, edad avanzada, anemia ferropénica, fumar, obesidad, síndromes metabólicos y consumo de alcohol, entre otros.
Diagnóstico
El diagnóstico de los nódulos tiroideos es un proceso multifactorial que involucra una combinación de evaluación clínica, pruebas de laboratorio y estudios de diagnóstico por imagen. Inicialmente, el médico deberá realizar una historia clínica detallada y un examen físico del paciente enfocado en la glándula tiroides y su funcionamiento.
Durante el examen físico, el profesional sanitario palpará el cuello en busca de nódulos y evaluará sus características, como tamaño, consistencia y movilidad. La historia clínica incluye preguntas sobre síntomas relacionados con disfunción tiroidea, antecedentes familiares de enfermedades tiroideas y exposición a factores de riesgo, como los citados anteriormente.
Las pruebas de laboratorio son esenciales para evaluar la función tiroidea. En general, se suelen solicitar análisis de sangre para conocer los niveles de hormona estimulante de la tiroides (TSH), tiroxina libre (T4 libre) y triyodotironina libre (T3 libre). Estas pruebas ayudan a determinar si el nódulo está afectando la función de la tiroides. Además, en casos sospechosos de enfermedades de naturaleza autoinmunitaria, se pueden medir en sangre anticuerpos tiroideos.
Por otro lado, la ecografía tiroidea es el estudio de imagen de elección para evaluar los nódulos tiroideos. Esta técnica utiliza ondas sonoras para crear imágenes detalladas de la tiroides, lo que permite al médico evaluar el tamaño, la estructura y las características internas de los nódulos. La ecografía puede diferenciar entre nódulos sólidos y quísticos y ayudar a identificar características sospechosas de malignidad, como bordes irregulares, microcalcificaciones y aumento de la vascularización.
Si se encuentra un nódulo sospechoso que requiera más atención, la siguiente etapa del diagnóstico suele ser la biopsia por aspiración con aguja fina (BAAF). Este procedimiento mínimamente invasivo consiste en insertar una aguja delgada en el nódulo para extraer células que luego se analizan al microscopio. La BAAF es el método más preciso para diferenciar entre nódulos benignos y malignos (cáncer).
Adicionalmente, en algunos casos se pueden utilizar otras técnicas de imagen y pruebas especializadas. La gammagrafía tiroidea, que utiliza yodo radiactivo o tecnecio para evaluar la actividad funcional del nódulo, puede ayudar a diferenciar nódulos calientes de fríos. Los nódulos fríos tienen un mayor riesgo de ser malignos. La resonancia magnética (RM) y la tomografía computarizada (TC) se utilizan raramente, pero pueden ser útiles en casos complejos o para evaluar la extensión de nódulos grandes.
Tratamiento de los nódulos tiroideos
El tratamiento depende en su totalidad de la naturaleza del nódulo.
Nódulos benignos
Si durante el diagnóstico se ha confirmado que el nódulo es no cancerígeno, se pueden tomar las siguientes aproximaciones:
- Esperar y observar, realizando pruebas de vigilancia en intervalos regulares. Si el nódulo no genera síntomas y no crece, es posible que no haga falta llevar a cabo ninguna intervención.
- Yodo radiactivo: el yodo radiactivo se usa para tratar los nódulos tiroideos hiperfuncionantes. La glándula tiroides absorbe este compuesto, lo que hace que los nódulos se reduzcan.
- Cirugía: este abordaje se reserva a los casos en los que hay sospecha de malignidad o el nódulo crea síntomas, tales como inflamación o dificultad para tragar.
Cabe destacar que tanto la cirugía para extirpar el tejido de la glándula tiroides como el abordaje con yodo radiactivo pueden provocar hipotiroidismo (tiroides hipoactiva) vitalicio, aunque esto no ocurre en todos los casos. Esta afección necesita tratamiento con reemplazo de hormona tiroidea.
Nódulos malignos
En la mayoría de los casos, los nódulos malignos requieren una extracción quirúrgica. En el pasado, lo estándar era extirpar la mayor parte del tejido tiroideo, un procedimiento llamado tiroidectomía casi total. Sin embargo, a día de hoy una cirugía más limitada para extirpar solo la mitad de la tiroides puede ser apropiada para algunos nódulos cancerosos. De todas formas, todavía se puede utilizar la tiroidectomía casi total según la extensión de la enfermedad.
Otra opción para el tratamiento de ciertos nódulos cancerosos pequeños es la ablación con alcohol. Esta técnica consiste en inyectar una pequeña cantidad de alcohol en el nódulo tiroideo canceroso para destruirlo, y a menudo se requieren múltiples sesiones de tratamiento.
El pronóstico del paciente tras el tratamiento del nódulo tiroideo en cuestión depende, sobre todo, de si este es benigno o maligno. La mayoría de los nódulos benignos no requieren tratamiento alguno, y solo el 1 % de ellos provocan enfermedad tiroidea, la cual es fácilmente tratable. En caso de que el nódulo sea maligno, el pronóstico dependerá de múltiples factores (extensión, potencial metástasis, tipo de tumor y más).
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