Tras este escenario, se pueden producir 2 tipos de quistes ováricos funcionales:
- Quistes foliculares: se forman cuando el folículo no se rompe para liberar el óvulo y sigue creciendo.
- Quistes de cuerpo lúteo: se desarrollan después de la ovulación, si el cuerpo lúteo (estructura temporal que se forma en el ovario después de que un folículo ovárico ha liberado un óvulo durante la ovulación) no se disuelve y continúa acumulando líquido.
Estos tipos de quistes son comunes y suelen resolverse por sí mismos en uno o dos ciclos menstruales sin necesidad de tratamiento. No todas las mujeres desarrollan quistes durante cada ciclo menstrual, y tener uno no es necesariamente motivo de preocupación. De todas formas, cabe destacar que son mucho más habituales en edad reproductiva y después de la menopausia la incidencia de este evento disminuye de forma considerable.
Más allá de la normalidad, existen quistes ováricos que no están relacionados con el ciclo menstrual usual y, por ende, no son funcionales. Como ejemplo:
- Quiste dermoide: un tumor benigno que crece despacio, presente desde el nacimiento, que puede albergar diversos tejidos.
- Cistoadenoma: se desarrolla a partir de las células de la superficie externa del ovario y puede estar relleno de un líquido acuoso o mucoso. Puede llegar a crecer bastante, por lo que a veces requiere atención médica.
- Endometrioma: es la manifestación más común de la endometriosis, y se forma por la acumulación de tejido endometrial en los ovarios, generando así un quiste.
La mayoría de quistes ováricos, sobre todo si son funcionales, son asintomáticos. Aun así, si aumentan de tamaño o comprometen zonas delicadas, pueden provocar en la paciente dolor abdominal, sensación de saciedad, presión e hinchazón. En estos casos, se requiere la realización de pruebas imagenológicas y otros estudios para encontrar la causa y monitorizar el cuadro.
La ecografía en la detección de quistes ováricos
La ecografía es una técnica de diagnóstico por imagen que hace uso de ondas sonoras de alta frecuencia (ultrasonido) para obtener imágenes del interior del cuerpo, especialmente de tejidos blandos. Para su realización, se utiliza una herramienta conocida como transductor (similar a un micrófono), el cual se encarga de emitir las ondas y recibir los ecos cuando estos rebotan sobre las distintas estructuras internas del paciente. Los ecos son transformados en imágenes en tiempo real por un equipo de computación.
A diferencia de la radiografía o la tomografía axial computarizada (TAC), la ecografía no emplea radiación ionizante. Esto se traduce en que no supone ningún tipo de riesgo de daño celular, no tiene ninguna contraindicación conocida y se puede llevar a cabo en prácticamente cualquier paciente, independientemente de su edad, género, estado o patología previa. Además, es indolora, no invasiva y rápida.
La ecografía pélvica es la primera técnica de diagnóstico por imagen que se suele emplear para el diagnóstico de quistes ováricos. Algunas de las razones por las cuales es la herramienta inicial de elección se citan en el siguiente listado:
- La ecografía proporciona imágenes en tiempo real de los órganos pélvicos, incluyendo los ovarios y sus tejidos adyacentes.
- Permite una visualización detallada de la estructura y el contenido de los quistes ováricos, lo que ayuda al profesional médico a determinar su tamaño, ubicación y características internas.
- Esta técnica diagnóstica puede diferenciar si los quistes son simples y llenos de líquido o complejos con componentes sólidos.
- Diagnóstico diferencial: ligado al punto anterior, la ecografía puede ayudar a diferenciar entre diferentes tipos de quistes ováricos (funcionales, endometriomas, quistes dermoides y más) y otras patologías pélvicas, lo cual es crucial para un manejo adecuado de la enfermedad.
- Debido a su alta capacidad de repetición y ausencia de efectos secundarios, esta prueba permite la monitorización en serie de los quistes ováricos y la observación de su progresión de manera no invasiva.
Tal y como se ha descrito en estas líneas, la ecografía es una de las pruebas principales para el diagnóstico y seguimiento de los quistes ováricos. De todas formas, pueden requerirse pruebas accesorias (laparoscopia, análisis de marcadores tumorales, prueba de embarazo) y más para completar o descartar el diagnóstico. Ante cualquier duda, es esencial ponerse en manos de un profesional médico.
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