Fractura de cadera: causas, síntomas y tratamiento.

Fractura de cadera: causas, síntomas y tratamiento

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La cadera es la articulación donde se une el hueso del muslo (fémur) con el de la pelvis. Esta estructura está formada por una superficie cóncava, el acetábulo, y otra convexa, la cabeza femoral. Se considera una de las articulaciones más importantes en la fisiología humana, pues posibilita una amplia gama de movimientos y soporta el peso del cuerpo tanto en reposo como durante la realización de actividades. Entre sus funciones principales, destacan el soporte de peso (estabilidad y distribución de carga), el movimiento (flexión, extensión, abducción y más), soporte de la columna vertebral y absorción de impactos.

La cadera es esencial para el movimiento, y su mal funcionamiento o lesión puede suponer diversos efectos graves sobre la salud, y no solo en el movimiento. En las siguientes líneas, se exponen las particularidades de la fractura de cadera y cómo detectarla a tiempo. De todas formas, ante cualquier contratiempo o sospecha de daño óseo, se recomienda acudir en busca de ayuda médica inmediata. Este espacio es meramente informativo.

¿Qué es la fractura de cadera?

La fractura de cadera es una emergencia médica que ocurre cuando se rompe la parte superior del fémur. Tal y como indican fuentes profesionales, la mayoría de las lesiones de este tipo se producen como consecuencia de caídas en la población geriátrica. En regiones de alto ingreso como Estados Unidos, la incidencia anual por cada 100 000 habitantes está entre 197 y 201 casos para los hombres y entre 511 y 553 para las mujeres. La probabilidad de padecer este percance aumenta con el paso del tiempo, y la edad media de presentación es de 60 años.

Según la ubicación específica de la rotura, la fractura de cadera se puede dividir en las siguientes categorías:

  • Fractura intracapsular: tiene lugar dentro de la cápsula articular de la cadera, y se ven involucrados el cuello femoral y/o la cabeza del fémur.
  • Fractura extracapsular: curre fuera de la cápsula articular e incluye las fracturas intertrocantéricas (entre los trocánteres) y subtrocantéricas (debajo del trocánter menor).

La mayoría de las fracturas de cadera se producen justo por debajo de la cabeza del fémur. La fractura del cuello del fémur es particularmente problemática en comparación con el resto de las variantes, puesto que puede llegar a cortar el riego sanguíneo y derivar en necrosis de tejidos. De todas formas, este tipo de lesión se considera una emergencia médica en todos los casos que requiere atención inmediata.

En este punto, cabe destacar que hasta el 15 % de las personas de sexo biológico femenino experimentarán una fractura de cadera a lo largo de la vida. En la población anciana, este percance puede llegar a una tasa de mortalidad del 20 %, especialmente si no se recibe el tratamiento adecuado.

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Síntomas de la fractura de cadera

En la mayoría de los casos, la sintomatología de la rotura de cadera ocurre de forma súbita tras un golpe o caída notable. Entre los signos y síntomas más destacados de este cuadro clínico, se citan:

  • Incapacidad para caminar o levantarse después de una caída.
  • Dolor intenso en la zona de la cadera o la ingle.
  • Hematomas e hinchazón en la zona de la cadera o la ingle.
  • Incapacidad para cargar peso sobre la pierna del lado de la cadera que ha sufrido la lesión.
  • Otros cambios físicos en la anatomía, como una pierna más corta que la otra, fuera de posición, rotada y más.

Si se produce un sangrado abundante desde la zona central de la fractura o sus proximidades, es posible que el paciente experimente mareo y malestar general más allá del dolor y la incapacidad de moverse. También cabe destacar que el dolor puede ser referido, es decir, expandirse hacia la rodilla y otras áreas de la pierna afectada.

Causas de la cadera rota

Como se ha mencionado en líneas previas, la fractura de cadera es un evento relativamente común en la población geriátrica. En este segmento poblacional, en la mayoría de los casos la lesión se produce tras una caída estando de pie. En ancianos con osteoporosis o debilitamiento óseo muy notable, la fractura puede tener lugar incluso estando de pie y apoyándose en una pierna al girar de forma brusca.

Los accidentes automovilísticos, las caídas desde alturas o las colisiones deportivas severas pueden causar la fractura de cadera en todos los grupos de edad. Entre los factores de riesgo para su desarrollo, se citan:

  1. Edad avanzada: la densidad muscular y la ósea disminuyen con el paso del tiempo. Además, las personas mayores suelen tener mayor dificultad para mantener el equilibrio, lo que favorece que ocurran caídas.
  2. Sexo biológico: las mujeres tienen hasta 3 veces más riesgo de padecer este tipo de fractura. Esto se debe a que, tras la menopausia, se acelera la pérdida de densidad ósea.
  3. Osteoporosis y osteopenia: condiciones que provocan la disminución de densidad ósea.
  4. Tiroides hiperactivas, lo cual se asocia con la pérdida de densidad ósea.
  5. Trastornos gastrointestinales que interfieran con la absorción de ciertas vitaminas y minerales, como la vitamina D y el calcio.
  6. Enfermedades que supongan problemas de equilibrio.
  7. Otros trastornos de tipo metabólico.

Diagnóstico de la fractura de cadera

Una vez el paciente llega a la clínica o el centro de urgencia, la primera sospecha de fractura de cadera de los profesionales en salud llega a partir de la descripción propia del cuadro clínico y el evento que lo ha causado. Además, en la exploración física hay varios cambios visibles que pueden ayudar enormemente al diagnóstico, como la posición anómala de la pierna afectada y el aspecto enrojecido/hinchado de la cadera.

En general, la prueba diagnóstica de elección para el diagnóstico definitivo de la fractura de cadera es la radiografía (rayos X). Esto se debe a que se trata de una prueba rápida y sencilla de realizar, económica, ampliamente disponible, y que es adecuada para la observación de estructuras óseas dañadas. Si en la radiografía no se observa una rotura evidente, pero el paciente continúa teniendo dolor, se puede recomendar una resonancia magnética (RM) de cadera o una gammagrafía ósea con el fin de detectar fracturas más finas.

Tratamiento de la cadera rota

En casi todos los casos, el tratamiento de la fractura de cadera pasa por una reparación inmediata mediante una intervención quirúrgica. De todas formas, el tipo de cirugía a emplear depende de la gravedad de la fractura, si los huesos están o no alineados, la edad del paciente, las enfermedades subyacentes y mucho más.

Entre los potenciales abordajes quirúrgicos, se destacan los siguientes:

  • Osteosíntesis: cirugía reconstructiva con el objetivo de estabilizar y unir los extremos del hueso roto mediante el uso de tornillos y placas.
  • Hemiartroplastia: reemplazamiento con prótesis de la parte de la cabeza de la articulación de la cadera que se ha visto lesionada.
  • Artroplastia total: en esta intervención, se reemplaza tanto la cabeza del fémur como la cavidad acetabular con componentes protésicos. Suele ser el camino a seguir cuando la lesión es muy grave.
  • Fijación interna con clavos: se utiliza, sobre todo, en lesiones extracapsulares.

Los cuidados postoperatorios son cruciales para una recuperación exitosa después de la cirugía. Inicialmente, se enfatiza la necesidad de movilización temprana bajo la supervisión de un fisioterapeuta para prevenir complicaciones en el paciente, como coágulos sanguíneos, y para promover la recuperación funcional. Las personas afectadas suelen comenzar con ejercicios ligeros y progresivamente aumentan la actividad, siempre con atención a la capacidad individual y las indicaciones médicas.

El manejo del dolor es otro aspecto vital, y en casi todos los casos se requiere el consumo de analgésicos prescritos y la puesta en práctica de técnicas de manejo del dolor para asegurar comodidad y facilitar la participación en la rehabilitación. Además, se suelen administrar fármacos anticoagulantes para prevenir la formación de trombos, y antibióticos profilácticos para evitar infecciones.

La rehabilitación integral, que incluye fisioterapia intensiva y otros abordajes multidisciplinares, ayuda a recuperar la fuerza, el equilibrio y la movilidad. Los ejercicios específicos se adaptan a las necesidades y capacidades del paciente, y se complementan con terapia ocupacional para ayudar en la readaptación de las actividades diarias y mejoraría de independencia.

Por último, también es esencial evaluar y tratar cualquier condición subyacente, como la osteoporosis o los problemas metabólicos subyacentes, para prevenir futuras fracturas. De todas formas, hay que tener en cuenta que la tasa de mortalidad de este cuadro clínico un año después de la intervención son del 18 hasta el 31%, sobre todo en la edad geriátrica. La inmovilización prolongada, el impacto psicológico, la necesidad de un intenso seguimiento del paciente y otros factores deben ser tenidos en cuenta para mejorar el pronóstico al máximo.

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