El correcto funcionamiento de las extremidades inferiores es esencial para la locomoción y todo lo que ello conlleva. Los pies aguantan el peso del cuerpo, nos permiten desplazarnos de forma bípeda, otorgan función de soporte, absorben el impacto tras realizar saltos y trasladan la fuerza de rotación que se produce por la cadera, entre otras muchas cosas. Si estas estructuras no funcionan adecuadamente, la locomoción puede verse dificultada (o imposibilitada en su totalidad).
En este espacio, se recogen las características clínicas, los síntomas, las causas y el tratamiento del esguince de tobillo, una de las lesiones más comunes de las extremidades inferiores. Detectar este percance a tiempo mejora el pronóstico y el tratamiento.
¿Qué es el esguince de tobillo?
El tobillo es una articulación de gran relevancia funcional que actúa como punto de unión entre el pie y la pierna. Esta estructura anatómica está compuesta por 3 huesos: el peroné, la tibia y el astrágalo. Los dos primeros conforman una bóveda en la que encaja la cúpula del tercero. El tobillo tiene muchas funciones: actúa como amortiguador durante la locomoción, permite mantener el equilibrio en superficies desiguales y proporciona flexibilidad, elasticidad y dinamismo durante la marcha.
Como podrás imaginar en este punto, el esguince de tobillo es una lesión que se produce al girar, torcer o doblar el tobillo de forma anormal. Con mayor frecuencia, los esguinces de tobillo implican lesiones en el ligamento peroneoastragalino anterior (ATFL) y/o el ligamento peroneocalcáneo (CFL), aunque otras estructuras también pueden verse afectadas. La extensión del cuadro y su tipología dependen de varios factores, entre los que destacan los siguientes:
- Mecanismo de la lesión (alta o baja energía).
- Posición del pie.
- Fuerza de rotación sobre la articulación y estructuras ligamentosas estabilizadoras.
Según fuentes científicas, los esguinces de tobillo son muy comunes, con una tasa de incidencia estimada de 11,6 por 1000 exposiciones y una prevalencia de 11,9 %. Representan los traumatismos musculoesqueléticos más frecuentes entre los deportistas, siendo responsables del 10-30 % de todas las lesiones deportivas.
Tipos
Tal y como indican publicaciones médicas, el esguince de tobillo se puede escindir en 3 grados:
- Grado I: los ligamentos se estiran, pero los desgarros son microscópicos. Se considera un tipo de lesión leve que, en muchos casos, se puede resolver con un poco de reposo y estiramientos suaves.
- Grado II: hay un desgarro parcial de los ligamentos del tobillo. Se suele requerir una férula y otros aparatos de inmovilización para tratar el cuadro.
- Grado III: hay un desgarro total de los ligamentos. En los casos más graves, se puede requerir un abordaje quirúrgico.
¿Cuáles son los síntomas del esguince de tobillo?
Los síntomas del esguince de tobillo varían según la gravedad de la lesión, la percepción del dolor del paciente, los movimientos realizados en el día a día y mucho más. Entre los signos clínicos más comunes y universales, se destacan los siguientes:
- Dolor, sobre todo al apoyar el cuerpo sobre el pie afectado.
- Hematoma (moratón) en la zona dañada.
- Sensibilidad al tocar el tobillo.
- Limitación del movimiento en la extremidad afectada.
- Inestabilidad en el tobillo.
- “Chasquido” al intentar mover el tobillo afectado.
Los esguinces de tobillo leves cursan con microdesgarros que solo pueden observarse al microscopio y no suelen cursar con dolor e hinchazón severos. Por otro lado, si se produce una rotura de ligamentos por completo, aparece el hematoma, la imposibilidad de apoyar el pie y otros de los síntomas citados. Como es de esperar, la sintomatología depende mucho del grado de la lesión.
Esguince de tobillo: causas
El esguince de tobillo es una lesión que ocurre por un estiramiento exagerado de sus ligamentos, ya sea en su cara interna o en su cara externa. Los movimientos, especialmente aquellos que implican el cambio de posición normal del tobillo, son la causa primaria de este percance.
Entre los posibles eventos mecánicos que pueden desembocar en esta lesión, se destacan los siguientes:
- Caer mal después de realizar un salto o giro durante la práctica deportiva.
- Caminar o hacer una actividad física de forma repetida sobre una superficie irregular.
- Ejecutar un movimiento o caerse de forma en la que se tuerza el tobillo.
- Sufrir una pisada en el pie por parte de otra persona de forma brusca.
El esguince de tobillo es mucho más común durante la práctica de deportes que requieran movimientos explosivos de lado a lado, como el tenis, el pádel, el skateboarding y el baloncesto, entre muchos otros. De todas formas, también pueden ocurrir durante la marcha del día a día (caerse de unas escaleras, resbalar sobre hielo y más).
Factores de riesgo para el desarrollo de un esguince de tobillo
Algunos factores de riesgo pueden favorecer el desarrollo de un esguince de tobillo en ciertas condiciones:
- Practicar deporte, sobre todo aquellas actividades físicas que requieren cambios de dirección bruscos o saltos.
- Mal acondicionamiento atlético. Esto es, practicar actividades físicas extenuantes sin una preparación previa.
- Fatiga en músculos y/o ligamentos por realización de actividades vigorosas sin descanso.
- Haber padecido lesiones previas en el tobillo.
- Utilizar calzado inadecuado que no se corresponde con la actividad física realizada.
- Llevar un exceso de peso durante la marcha y/o práctica deportiva (ya sea por obesidad, sobrepeso o carga de objetos).
- Tener una forma o anatomía del pie anormal (tendón de Aquiles corto, antepié cavo y más).
- Edad avanzada.
Diagnóstico de la lesión en el tobillo
Los primeros pasos para el diagnóstico del esguince de tobillo son la anamnesis y la exploración física. Para conocer la extensión de la lesión, el profesional médico debe tratar de mover la articulación afectada en distintas posiciones y presionar con delicadeza la zona afectada para ver cómo responde el paciente a ello. En caso de que esto no se pueda hacer por dolor o imposibilidad mecánica, se remitirá a la realización de pruebas de diagnóstico por imagen directamente.
Las radiografías, por ejemplo, son de gran utilidad para descartar una fractura ósea tras el accidente. La resonancia magnética (RM), la tomografía computarizada y la ecografía también pueden ser clave para el diagnóstico certero, aunque los casos más leves se suelen diagnosticar a partir del examen físico. Las pruebas de diagnóstico por imagen permiten descartar otros cuadros subyacentes o, en su defecto, detectar daños graves en los ligamentos y las zonas anexas.
Esguince de tobillo: tratamiento y abordaje clínico
Los esguinces agudos y leves se pueden abordar desde casa (siempre tras una previa evaluación médica) siguiendo la regla P.R.I.C.E, por las siglas en inglés de los términos enumerados:
- Protección (protection): utilización de tobilleras u órtesis rígidas que limiten los movimientos del tobillo.
- Reposo (rest): evitar actividades que provoquen dolor, molestia o que comprometan aún más la zona afectada. Si no se ha producido un desgarro de ligamentos, el reposo durante 10-14 días suele ser suficiente.
- Hielo (ice): aplicar hielo sobre el tobillo lesionados durante 15-20 minutos cada 2-3 horas tras el diagnóstico de la lesión. El hielo se emplea principalmente por su efecto (analgésico) de reducir el dolor y la inflamación.
- Compresión (compression): se recomienda comprimir el tobillo con una venda elástica para que la hinchazón se detenga. Hay que tener cuidado y no aplicar una compresión excesiva con el fin de evitar un corte de circulación.
- Elevación (elevation): levantar el tobillo por encima del corazón, sobre todo por la noche, con el fin de reducir la inflamación.
Más allá de abordajes caseros, el profesional médico puede recomendar el consumo de medicamentos analgésicos de venta libre para controlar el dolor provocado por el esguince de tobillo. Además, también se contempla el uso de muletas, escayola y otros inmovilizadores en los casos más severos para evitar que la estructura se mueva durante la sanación.
Aunque es poco frecuente, los cuadros que no mejoran con remedios caseros, inmovilización y fisioterapia pueden requerir un abordaje quirúrgico. En estos casos, se busca reparar el ligamento o sustituir el tejido dañado a partir de un ligamento/tendón cercano.
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