Diagnóstico por imagen y radiación ionizante.

Diagnóstico por imagen y radiación: riesgos y beneficios

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Las diversas técnicas de diagnóstico por imagen disponibles para la población permiten a los profesionales en salud observar el interior del cuerpo con el fin de detectar signos de afección médica. Más allá de eso, estas pruebas no invasivas hacen posible realizar campañas de cribado globales para la prevención de patologías, obtener conocimiento científico sobre el funcionamiento del organismo humano, y mucho más.

La importancia del diagnóstico por imagen en la calidad y esperanza de vida es innegable. Por ejemplo, solo en EE. UU., más de 10 000 vidas han sido salvadas gracias a la detección temprana del cáncer de pulmón mediante tomografías de baja dosis implementadas a partir de 2013​, tal y como indican fuentes profesionales. La observación del cuerpo de forma sencilla y no invasiva es y será una de las principales herramientas del ser humano para combatir la enfermedad y detectarla de forma temprana.

Más allá de todas sus bondades y beneficios, ciertas pruebas imagenológicas pueden reportar efectos secundarios y riesgos a tener en cuenta. Aunque en prácticamente todos los escenarios el potencial hallazgo diagnóstico supere con creces cualquier inconveniente, el profesional médico debe tener estos factores en cuenta antes de prescribir cualquier tipo de estudio por imagen. En las siguientes líneas, se expone la relación entre el diagnóstico por imagen, el uso de radiación, y el riesgo de cáncer.

Radiación y diagnóstico por imagen: bases

Desde un punto de vista científico, la radiación es la propagación de energía en forma de ondas electromagnéticas o partículas subatómicas a través del vacío o de un medio material. Existen diversos tipos de radiación, entre los que se encuentran la electromagnética (ondas de radio, ultravioleta, rayos X y más), la radiación de partículas (alfa, beta, por protones/neutrones) o la radiación acústica (ultrasonidos, sonido y ondas sísmicas).

Aunque el término pueda resultar alarmante en primera instancia, es necesario destacar que los humanos estamos constantemente expuestos a la radiación de diversas fuentes, incluidos los materiales radiactivos presentes en el entorno, el gas radón liberado por rocas, tierra y agua, y los rayos cósmicos del espacio exterior (Sol y estrellas). Esto se conoce como radiación de fondo y varía según la región, el ambiente y otros parámetros. La exposición leve a radiación ionizante no supone un riesgo en sí misma y forma parte de la normalidad ecosistémica.

Ciertas técnicas de diagnóstico por imagen, como la radiografía o la tomografía axial computarizada (TAC), utilizan rayos x (un tipo de radiación electromagnética) para la observación del cuerpo humano. Los distintos tejidos del organismo absorben esta radiación emitida en diversos espectros según su densidad, lo que hace que se puedan obtener imágenes con cierto grado de contraste. Por ejemplo, los huesos contienen mucho calcio y realizan una absorción notable de rayos X, por lo que en una radiografía se muestran blancos. Los tejidos blandos se ven grises y el aire negro. La mamografía es un tipo de radiografía especial para la mama que se encuentra en este grupo.

Mientras que la radiografía es una sola imagen bidimensional de una región anatómica concreta, la tomografía axial computarizada (TAC) genera múltiples imágenes de rayos X tomadas desde diferentes ángulos para crear una imagen tridimensional detallada del interior del cuerpo, lo cual permite una visualización más precisa de estructuras complejas, como órganos y tejidos blandos. El TAC es más exacto que una placa de rayos X convencional, pero también supone una mayor exposición a radiación y es más costoso.

Dosis de radiación en rayos X y TAC

Como se ha mencionado en líneas previas, la radiografía, la mamografía y el TAC son las principales pruebas que requieren de radiación ionizante para su realización. La ecografía utiliza ultrasonido y la resonancia magnética (RM) campos magnéticos y ondas de radio, así que no se discutirán en este espacio. Las dosis estándar de radiación emitida para cada uno de los estudios citados son:

  • Radiografía: una radiografía normal, como la de tórax, expone al paciente a una dosis baja de radiación, generalmente entre 0.1 y 0.2 milisieverts (mSv).
  • Mamografía: la dosis total para un mamograma común a dos tomas para cada seno es de aproximadamente 0.4 milisieverts (mSv).
  • Tomografía axial computarizada (TAC): la dosis en este procedimiento depende del tipo de exploración, pero en general, un TAC de abdomen o tórax puede exponer al paciente a entre 5 y 10 milisieverts (mSv).

Para poner estas cifras en contexto, la American Cancer Society apunta que el ser humano promedio está expuesto a aproximadamente 3 milisieverts de radiación de fuentes naturales en el transcurso de un año. Como podrás comprobar, la radiografía y la mamografía típicas reportan valores de exposición mucho más bajos que los presentes en entornos naturales, pero el TAC es un poco más delicado, ya que su realización equivale a varios años de exposición a la radiación de fondo natural.

Diagnóstico por imagen y cáncer

Tal y como indica el National Cancer Institute (NCI), la radiación ionizante tiene suficiente energía para dañar el ADN y causar cáncer. Este tipo de radiación puede ionizar las moléculas presentes en el cuerpo, es decir, es capaz de “arrancar” electrones de los átomos, lo que puede producir mutaciones en el ADN. Si las células no reparan adecuadamente estos daños en su estructura genética, las mutaciones pueden llevar a una división celular descontrolada, una de las señales principales del desarrollo de cáncer. Aunque el cuerpo tiene mecanismos de reparación del ADN, estos no siempre son efectivos y la acumulación de daños puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer con el tiempo.

El riesgo de cáncer asociado a los procedimientos de imágenes médicas se refiere a posibles efectos secundarios a corto o largo plazo, aunque se considera que la mayoría de ellos reportan un riesgo de cáncer bajo o muy bajo. Además, cabe destacar que en la inmensa mayoría de casos su realización es mucho más beneficiosa que cualquier efecto, ya que el TAC, los rayos X o la mamografía permiten iniciar el diagnóstico de muchas enfermedades mortales o muy severas.

Según algunas estimaciones, una exposición de 10 mSv (un TAC estándar) aumenta el riesgo de cáncer en aproximadamente 1 en 2000 personas expuestas. La cifra en la población general es muy baja como para considerarla un riesgo a largo plazo, pero sí que se puede desaconsejar el uso de pruebas con radiación ionizante en algunos contextos, como los siguientes:

  • Mujeres embarazadas: la radiación emitida puede ser más dañina para el bebé en mujeres embarazadas en comparación con la población general. Por ello, no se suele recomendar la realización de radiografías o TACs a menos que sea necesario. En estos casos, se suele optar por la ecografía.
  • Niños: el público infantil es más sensible a la radiación que los adultos debido a que sus cuerpos aún se encuentran en crecimiento. Por este motivo, es posible que no se recomiende la realización de estudios con emisión de dosis de radiación muy alta, sobre todo si se tiene que repetir la prueba de forma asidua.
  • Necesidad de repetición: si se tiene que evaluar la misma región anatómica con repetitividad, es posible que se recomiende la realización de otros estudios como ecografía o resonancia magnética.

Existen otros contextos en los que puede desaconsejarse la realización de un estudio que implique la exposición a radiación ionizante. En caso de duda o situación de salud comprometida, se recomienda en todos los casos consultar la aproximación con el profesional en salud pertinente.

Medidas de prevención ante la exposición a radiación

Tal y como indican fuentes de investigación, el principio rector de los procedimientos de diagnóstico e intervención que utilizan radiación debe ser en todos los casos el ALARA (As Low Radiation as Possible). La aplicación del principio se limita a reducir la exposición a la radiación e incluye el uso de equipo de protección personal (EPP), entre otros muchos factores, tanto para que facultativos como pacientes se encuentren con la mayor seguridad posible.

Los principios del ALARA son:

  • Reducir el tiempo: la duración del procedimiento y el momento del contacto con los pacientes son factores importantes que determinan la exposición a la radiación de los trabajadores sanitarios. Minimizar el tiempo durante el cual el paciente está expuesto también reduce la exposición del operador y otros miembros del personal.
  • Incrementar distancias: la exposición a la radiación es inversamente proporcional a la distancia entre el operador y la fuente de radiación. Específicamente, para los facultativos que realizan la prueba es esencial posicionarse de la forma adecuada para minimizar la exposición durante el estudio.
  • Protección del paciente y el profesional: usar delantales de plomo y otros dispositivos de protección para minimizar la exposición a áreas no involucradas en la prueba puede ser una opción adecuada en situaciones concretas. El personal también debe llevar equipamiento específico para evitar una sobreexposición.
  • Optimización de dosis: los profesionales deben ajustar la configuración del equipo para utilizar la menor cantidad de radiación posible, siempre manteniendo la calidad de la imagen.

En resumen, la exposición a radiación es un factor a tener en cuenta siempre que se realiza una de las pruebas de diagnóstico por imagen citadas, pero casi siempre el beneficio diagnóstico supera cualquier perjuicio. Ante cualquier duda, la mejor opción es ponerse en contacto con el profesional médico de confianza.

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