La preparación para la resonancia magnética es variable y depende principalmente de 2 factores: la necesidad de administrar un medio de contraste y la zona anatómica a estudiar.
En caso de que no se requiera un medio de contraste intravenoso, la preparación es menor. En primer lugar, se recomienda acudir al centro con ropa holgada y fácil de poner-quitar, pues es posible que se pida el cambio a una bata hospitalaria. También es mejor dejar en casa joyas, abalorios y otros elementos que puedan interferir en la obtención de imágenes.
Es muy importante avisar al profesional médico si se padece claustrofobia, ansiedad o cualquier tipo de problema relacionado con espacios cerrados. La duración media de la RM es de 20-30 minutos, pero la maquinaria puede resultar problemática para personas con trastornos asociados a la limitación del espacio. En estos casos, puede recomendarse la realización del estudio en una RM abierta o, si esta no está disponible, el consumo de relajantes antes de la prueba.
Independientemente de si se requiere contraste o no, hay que avisar al profesional si se porta cualquier elemento metálico en el cuerpo. Los potentes imanes de la resonancia magnética se sienten atraídos por el metal e interactúan con él, lo cual puede causar mal funcionamiento y dañar a los tejidos circundantes. En estos casos, puede desaconsejarse la RM y optar por otro estudio imagenológico.
Entre los elementos corporales metálicos a notificar antes del estudio, destacamos los siguientes:
- Prótesis metálicas articulares.
- Válvulas cardiacas artificiales.
- Bombas para la infusión de medicamentos.
- Marcapasos cardíacos o desfibriladores implantables cardioversores.
- Sistemas neuroestimuladores.
- Catéteres con componentes metálicos.
- Implantes cocleares.
- Esquirlas, balas y otros elementos metálicos introducidos por accidente en el cuerpo.
Estos son solo algunos de los ejemplos de elementos metálicos que no se pueden introducir en las salas de RM, pero hay muchos más. Ante cualquier duda, puedes consultarnos a nosotros o a tu médico de confianza.
Más allá de estas recomendaciones generales, si se va a administrar un medio de contraste, es posible que se requiera algo más de preparación. En primer lugar, y dependiendo del tipo de estudio, puede que se recomiende un periodo de ayuno de 5-6 horas. Además, es necesario comunicar al personal en salud si se ha padecido cualquier reacción adversa tras administrar el contraste en situaciones previas. Por último, hay que avisar si se padecen problemas renales o se está en diálisis, pues los riñones ya debilitados podrían verse dañados al intentar “depurar” el contraste. En este último caso, es posible que recurra a otro abordaje.