Técnicas diagnósticas para el cáncer de pulmón.

Cáncer de pulmón: 7 métodos para el diagnóstico

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El cáncer de pulmón es un tipo de crecimiento maligno que tiene lugar cuando ciertas células anormales (generalmente aquellas que recubren los conductos de aire) crecen de forma descontrolada en los pulmones. Se estima que esta neoplasia maligna es el principal causante de muerte por cáncer tanto en hombres como en mujeres, y que es responsable de hasta 18 millones de defunciones anuales en todo el mundo (casi 18 % del total). El consumo de tabaco es el principal factor de riesgo, pues es responsable de 9 de cada 10 casos.

En todas sus etapas combinadas, el cáncer de pulmón tiene una tasa de supervivencia a 5 años baja (28 %). Esto se debe, en parte, a la dificultad de detectarlo en muchos casos hasta que se encuentra en un estadio avanzado de difícil tratamiento. La realización de pruebas imagenológicas combinadas con estudios de laboratorio es esencial para la detección de esta neoplasia maligna cuanto antes con el fin de mejorar el pronóstico. En las siguientes líneas, se especifican las principales técnicas para el diagnóstico de cáncer de pulmón.

1. Radiografía (rayos X)

La radiografía, también conocida como rayos X a secas, es una técnica de diagnóstico por imagen que hace uso de radiación ionizante para observar distintas estructuras del cuerpo. Los rayos emitidos durante la prueba se absorben en diferentes cantidades según el tejido y su densidad.

En la radiografía de una persona sana, los pulmones se observan generalmente negros, pues están llenos de aire y este es menos denso y absorbe menos radiación que las áreas circundantes. La existencia de una densidad anormal de tejido (un color más grisáceo-blanco) fuera de la normalidad anatómica del pulmón debe ser anotada. La mayoría de los tumores pulmonares suelen observarse como masas blanco-grisáceas, tal y como indican fuentes médicas.

La radiografía es la primera prueba que se debe realizar ante la sospecha de cáncer de pulmón. De todas formas, nunca va a brindar un diagnóstico completo, pues esta técnica es incapaz de distinguir entre un tumor maligno y otras formaciones, como podría ser un absceso pulmonar. Por ello, ante sospecha, se requieren otras pruebas.

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2. Tomografía axial computarizada (TAC)

La tomografía axial computarizada (TAC) suele ser el siguiente paso ante un hallazgo sospechoso en una radiografía pulmonar. Este estudio también utiliza radiación ionizante, pero a diferencia de los rayos X convencionales que se reflejan en una imagen bidimensional, el TAC ofrece imágenes tridimensionales detalladas, obtenidas a partir de múltiples radiografías tomadas desde diferentes ángulos. Esto proporciona una visión mucho más precisa y detallada de las estructuras internas, lo cual es ideal para detectar pequeños tumores, anomalías o lesiones internas que podrían no ser visibles en una radiografía estándar.

El TAC es un mejor candidato para la detección de tumores malignos en el pulmón que la radiografía, pero también es más costoso y complicado de realizar. Además de una mejora en la detección, puede mostrar el tamaño, la forma y la posición de cualquier tumor pulmonar y tiene potencial para encontrar ganglios linfáticos agrandados que podrían contener cáncer que se ha diseminado. Esta prueba también se puede utilizar para buscar masas en otras partes del cuerpo que podrían deberse a la propagación del cáncer de pulmón (metástasis).

3. Tomografía por emisión de positrones (PET/TAC)

El PET-TAC (tomografía por emisión de positrones combinada con tomografía computarizada) es una técnica avanzada que se utiliza en la detección del cáncer de pulmón. Esta prueba combina dos técnicas imagenológicas para proporcionar una evaluación detallada tanto de la estructura como de la función de los tejidos.

  • El PET es una tecnología sanitaria basada en la medicina nuclear que mide la actividad metabólica de las células, utilizando un trazador radioactivo (como el FDG) que se acumula en áreas de alta actividad metabólica, como los tumores cancerosos.
  • El TAC, por otro lado, proporciona imágenes anatómicas precisas mediante diversos cortes radiológicos, mostrando la ubicación y el tamaño exacto de las anomalías.

Al combinar estas dos técnicas, el PET-TAC permite detectar un potencial cáncer de pulmón con alta precisión, diferenciando entre tejido sano y maligno, incluso en etapas tempranas. También es útil para evaluar la extensión del cáncer y determinar si se ha diseminado a otras partes del cuerpo (metástasis), lo que es crucial para planificar el tratamiento más adecuado.

4. Resonancia magnética (RM)

La resonancia magnética (RM) es una técnica de diagnóstico por imagen que hace uso de un potente campo magnético y ondas de radio para generar imágenes detalladas de órganos y tejidos en el interior del cuerpo. A diferencia del TAC y la radiografía, no hace uso de radiación ionizante, por lo que se puede recomendar en ciertos escenarios específicos. Además, destaca sobre las dos técnicas citadas con anterioridad en que tiene una mejor capacidad para observar tejidos blandos y detectar lesiones en ellos.

Debido a sus propiedades y beneficios, la RM se suele emplear cuando ya se conoce un cáncer de pulmón para evaluar la extensión del tumor en tejidos blandos, especialmente en áreas cercanas a la médula espinal, el cerebro o estructuras complejas del tórax. Ente otras cosas, es de gran utilidad cuando el tumor se encuentra en ubicaciones difíciles de visualizar con otras técnicas de imagen, como el PET-TAC o la tomografía axial computarizada convencional.

5. Broncoscopia

La broncoscopia es un examen que se emplea para observar las vías aéreas con el fin de diagnosticar o realizar seguimiento frente a diversas patologías respiratorias. Para llevarla a cabo, se utiliza un broncoscopio, un instrumento fino con forma de tubo que tiene en uno de sus extremos una luz y un lente o una pequeña cámara de video. Este dispositivo se introduce a través de la nariz o la boca del paciente y permite a los profesionales sanitarios observar los tejidos de forma directa.

La broncoscopia es útil en el cáncer de pulmón porque permite visualizar directamente las vías respiratorias y sus posibles anormalidades. Además, se utiliza para obtener muestras de tejido sospechoso (biopsias) o secreciones bronquiales para el diagnóstico.

6. Biopsia

La biopsia es, sin duda alguna, el método diagnóstico definitivo para el cáncer de pulmón. En este procedimiento, se extrae tejido de la masa sospechosa de cáncer, y posteriormente se envía al laboratorio para su análisis. Las células son sometidas a pruebas genéticas en búsqueda de ciertas mutaciones genéticas causantes de malignidad, y si están presentes en la muestra se confirma el cáncer. Esto no solo permite saber si hay una neoplasia maligna o no en el paciente, sino que también arroja información sobre el tipo exacto de cáncer, la potencial resistencia a tratamientos, el pronóstico y mucho más.

Existen diversos tipos de biopsia para el diagnóstico definitivo del cáncer de pulmón:

  • Biopsia por aspiración con aguja fina (BAAF): este tipo de biopsia se realiza insertando una aguja fina a través de la piel del tórax (guiada por tomografía computarizada o ecografía) hasta el pulmón para extraer una muestra de tejido. Este método es menos invasivo que otros y se utiliza, sobre todo, cuando el tumor está cerca de la superficie del pulmón.
  • Biopsia broncoscópica: para recoger el tejido, se utiliza un broncoscopio, ya explicado en apartados previos.
  • Mediastinoscopia: este procedimiento involucra una pequeña incisión en la base del cuello para insertar un mediastinoscopio (instrumento delgado en forma de tubo) y tomar muestras de los ganglios linfáticos cercanos al pulmón, generalmente en casos donde se sospecha que el cáncer se ha diseminado a estas áreas.
  • Biopsia quirúrgica (toracoscopia o toracotomía): si las muestras biológicas necesarias para el estudio de laboratorio no se pueden obtener con los métodos menos invasivos, es posible recurrir a una cirugía. En la toracoscopia, se insertan instrumentos a través de pequeñas incisiones en el tórax, mientras que la toracotomía es una cirugía más invasiva en la que se abre el tórax para acceder al pulmón.

La biopsia es el método definitivo para el diagnóstico del cáncer de pulmón. De todas formas, se pueden requerir otras pruebas accesorias para evaluar la extensión del cáncer, la respuesta al tratamiento, potenciales condiciones médicas asociadas, y mucho más.

7. Otros estudios

Entre otras pruebas de apoyo o diagnóstico que se pueden tener en cuenta para el abordaje de este cuadro clínico, se destacan las siguientes a modo de cierre:

  1. Estudio citológico de esputo: en este caso, se analizan las células presentes en la saliva del paciente tras toser en búsqueda de células anormales.
  2. Ultrasonido endoscópico esofágico: una ecografía endoscópica esofágica desciende hasta el esófago, y su objetivo es observar los ganglios linfáticos cercanos que pueden contener células cancerosas de pulmón. Al mismo tiempo que se realiza el procedimiento, los ganglios se pueden biopsiar.
  3. Gammagrafía ósea: durante este procedimiento, se inyecta una pequeña cantidad de material radiactivo (trazador) en el torrente sanguíneo del paciente. Este trazador se acumula en áreas de alta actividad metabólica ósea, como en casos de infección, inflamación, o tumores. Sirve para conocer si el tumor se ha expandido al esqueleto del paciente.

En resumen, el diagnóstico del cáncer de pulmón es complejo y requiere de varios pasos, pero el diagnóstico por imagen y la biopsia son la combinación principal para su detección temprana. Ante cualquier duda o síntoma, se hace esencial ponerse en manos de un profesional médico.

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