Tendinitis rotuliana: causas, síntomas y tratamiento
Tendinitis rotuliana: causas, síntomas y tratamiento.

Tendinitis rotuliana: causas, síntomas y tratamiento

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La rodilla es la articulación central de las extremidades inferiores del ser humano. Esta estructura está conformada principalmente por la unión de 2 huesos, el fémur en su porción distal, y la tibia en la ubicación proximal. También cuenta con un pequeño hueso, conocido como rótula, ubicado en la parte frontal y con la función de proteger la rodilla y conectar los músculos de la parte delantera del muslo con la tibia. Del vértice de la rótula parte el ligamento rotuliano, la porción central del tendón común del músculo del cuádriceps que trabaja con los músculos de la parte frontal del muslo para extender la rodilla.

El tendón rotuliano, también conocido como tendón patelar o ligamento patelar, es uno de los tendones más potentes del cuerpo humano, y posibilita la realización de movimientos complejos que involucran a la rodilla como patear, correr o saltar. Debido al alto estrés mecánico al que se somete este elemento durante la locomoción humana y la realización de actividad física, es frecuente que se produzcan daños y lesiones en él, tanto agudos como crónicos. En las siguientes líneas, se describe toda la información relevante sobre la tendinitis rotuliana.

¿Qué es la tendinitis rotuliana?

La tendinitis rotuliana es la inflamación del tendón rotuliano. Esta condición también se conoce como “rodilla de saltador” (traducción directa de jumpers knee en inglés), ya que se produce por un uso excesivo del mecanismo extensor de la rodilla debido al estrés mecánico repetitivo de actividades atléticas que requieren movimientos como saltar, aterrizar, acelerar y desacelerar. El microdesgarro del tendón rotuliano puede surgir tras la repetición constante de estos movimientos durante una única sesión de ejercicio o, en su defecto, si no hay suficiente descanso/preparación entre sesiones.

Desde un punto de vista técnico, es de interés tener en cuenta que antes este padecimiento se consideraba de tipo inflamatorio, pero en las últimas décadas se ha demostrado la ausencia de células inflamatorias en el tejido afectado. Hoy en día, se ha observado que la sintomatología y pérdida de funcionalidad del tendón rotuliano ocurre por degeneración de las fibras de colágeno, microrroturas de las fibras y engrosamiento anormal del tendón, no por una inflamación per se. A pesar de los nuevos hallazgos, en muchos portales este trastorno continúa citándose como un proceso inflamatorio.

Tal y como indican fuentes epidemiológicas, aproximadamente el 45 % de los atletas de salto de élite y hasta el 14 % de los atletas de salto recreativo tendrán síntomas de rodilla de saltador en algún momento de su carrera. También es importante destacar que esta condición es más común en el sexo biológico masculino, y suele ocurrir con mayor frecuencia en deportistas de élite en comparación con las personas que practican ejercicio de forma esporádica.

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Síntomas de la tendinitis rotuliana

El dolor es el primer síntoma de este cuadro clínico. En la mayoría de los casos, este se presenta entre la rótula y el punto en el que el tendón se conecta con el hueso de la espinilla (la tibia). La tendinitis rotuliana se puede escindir en diversas etapas, según el progreso de la sintomatología:

  1. Etapa 1: el dolor solo se produce después de la actividad física, y no hay limitación funcional derivada.
  2. Etapa 2: el dolor ocurre durante y después de la actividad, aunque la persona todavía es capaz de desempeñar satisfactoriamente en su deporte.
  3. Etapa 3: hay un dolor prolongado durante y después de la actividad, con dificultad creciente para realizar la actividad física de manera satisfactoria.
  4. Etapa 4: rotura completa del tendón, la cual requiere una intervención quirúrgica inmediata.

En general, el malestar es más notable al realizar ciertos esfuerzos físicos, como saltar, correr, caminar o doblar la pierna.

Causas de este cuadro clínico

Como ya se ha mencionado en líneas previas, la rodilla de saltador está causada por el uso excesivo de la articulación de la rodilla, situación que se da lugar al practicar saltos frecuentes sobre superficies duras o movimientos de demanda intensa. Existen ciertos factores de riesgo que pueden predisponer al desarrollo de esta condición, entre los cuales destacan los siguientes:

  • Aumentos repentinos en intensidad y frecuencia de la actividad física.
  • Uso de material deportivo de mala calidad/no adaptado al usuario (como zapatillas).
  • Falta de calentamiento.
  • Ausencia de reposo tras la realización de actividad física muy demandante.
  • Presencia de desequilibrio muscular en la persona, es decir, que algunos de los músculos de la pierna sean mucho más fuertes que otros.
  • Rigidez y tensión de los músculos de los muslos (cuádriceps) y los músculos isquiotibiales.
  • Presencia de enfermedades crónicas y debilitantes (como diabetes o insuficiencia renal).
  • Sobrepeso u obesidad.

La realización adecuada de actividad física es clave para evitar la aparición de este trastorno. Ante cualquier duda o inquietud sobre los principales desencadenantes de la tendinitis rotuliana, te recomendamos que consultes con tu profesional en salud.

Diagnóstico

El diagnóstico de la tendinitis rotuliana comienza con una evaluación clínica detallada del paciente. El médico estará encargado de recopilar la historia clínica, prestando atención a los síntomas, como el dolor localizado en el polo inferior de la rótula que aumenta durante actividades como saltar, correr, o subir y bajar escaleras. La exploración física incluye pruebas específicas, como la palpación del tendón rotuliano, que generalmente desencadena dolor, y pruebas funcionales, como sentadillas o saltos, para evaluar la intensidad del dolor y la limitación funcional. Como ya se ha mencionado, es común que el malestar se presente de manera progresiva y esté relacionado con actividades de sobrecarga repetitiva.

Para confirmar el diagnóstico y descartar otras patologías, se pueden utilizar estudios de imagen complementarios. La ecografía es útil para identificar engrosamiento del tendón, microrroturas y neovascularización. Por otro lado, la resonancia magnética (RM) proporciona imágenes detalladas que muestran cambios degenerativos en el tendón y posibles alteraciones en los tejidos circundantes. Estos estudios permiten diferenciar la tendinitis rotuliana de otras causas de dolor anterior de rodilla, como condromalacia rotuliana o bursitis.

La ecografía y la RM son ideales para la observación de lesiones y anormalidades en tejidos blandos, como puede ser el tendón rotuliano. De todas formas, en caso de que se quieran descartar otros potenciales cuadros clínicos (como roturas óseas), puede recurrirse a la radiografía y la tomografía axial computarizada (TAC). La combinación de evaluación clínica e imágenes asegura un diagnóstico preciso y facilita la planificación del tratamiento adecuado.

Tratamiento de la tendinitis rotuliana

El tratamiento de la tendinitis rotuliana se enfoca inicialmente en tomar medidas conservadoras desde casa para reducir el dolor y permitir la recuperación del tendón. Esto incluye el reposo relativo, evitando actividades que impliquen saltos o sobrecarga del tendón rotuliano. También se recomienda aplicar hielo local durante 15-20 minutos varias veces al día para disminuir la inflamación y el dolor. Además, se pueden usar antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) de forma temporal con el fin de paliar la sintomatología. La fisioterapia juega un papel crucial, con ejercicios de fortalecimiento excéntrico del cuádriceps, estiramientos de la cadena posterior y técnicas de rehabilitación progresiva que mejoren la función del tendón. También pueden aplicarse vendajes funcionales o cintas rotulianas para reducir la carga sobre el tendón.

Si el tratamiento conservador no resulta efectivo, se consideran opciones más avanzadas. Entre ellas, destacan las infiltraciones con plasma rico en plaquetas (PRP) para estimular la regeneración del tendón y, en algunos casos, la terapia de ondas de choque extracorpóreas para mejorar la vascularización y la reparación del tejido. En situaciones crónicas y resistentes al tratamiento, puede considerarse la intervención quirúrgica, aunque esto es poco común y se reserva para casos severos. En todos los casos, el retorno a la actividad deportiva debe ser progresivo y supervisado, asegurando que el tendón haya recuperado su fuerza y funcionalidad para evitar recaídas.

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