Síntomas de la bursitis trocánterea
El síntoma más común de la trocanteritis es el dolor en la parte externa de la cadera. Este puede tener las siguientes características:
- Irradiarse al costado de la parte superior del muslo.
- Manifestarse como malestar en el glúteo.
- Empeorar cuando se está tumbado o se apoya sobre el lado del cuerpo afectado.
- Ser más fuerte al ponerse de pie después de permanecer un tiempo sentado.
- Empeorar al realizar actividades que requieren movimientos de cadera como, por ejemplo, subir escaleras.
Al principio, el dolor puede ser agudo, pero es posible que con el tiempo se convierta en un malestar algo más sordo. También puede que el paciente tenga hinchazón en la pierna afectada.
¿Cuáles son las causas de la trocanteritis?
Toda actividad o situación que provoque una fricción repetitiva entre el trocánter mayor y la banda iliotibial (ITB) puede fomentar la inflamación de las bursas situadas en la cadera. Los desencadenantes más comunes incluyen los siguientes eventos:
- Movimientos repetitivos, como cargar cajas de un sitio a otro, subir y bajar escaleras de forma continuada, o permanecer de pie por periodos de tiempo prolongados.
- Realizar actividades deportivas que impliquen movimiento continuo de la cadera, como running o ciclismo.
- Lesiones por una caída, un golpe fuerte en el hueso de la cadera o por estar acostado de lado durante mucho tiempo.
- Cirugía previa en la cadera o presencia de implantes prostéticos.
- Trastornos que comprometan la postura de columna y cadera, como escoliosis o artritis.
La trocanteritis es habitual en toda la población, pero algunas personas son más proclives que otras a desarrollarla. Los atletas, los trabajadores que desempeñan labores físicas, los pacientes con obesidad y las personas que se han sometido a una cirugía de cadera o columna están en mayor riesgo de desarrollar este trastorno. También hay ciertos cuadros clínicos, como los problemas de la glándula tiroides, la psoriasis y la diabetes, que se consideran factores predisponentes.
Diagnóstico de la trocanteritis
El diagnóstico de la trocanteritis se basa principalmente en una combinación de la historia clínica, el examen físico y, en algunos casos, la realización de pruebas de diagnóstico por imagen para confirmar la causa subyacente del dolor. En primer lugar, el médico recopilará información sobre el inicio del malestar, las actividades que lo agravan y posibles antecedentes de lesiones o sobrecarga física que puedan haber contribuido a su aparición.
Durante el examen físico, el profesional buscará signos de sensibilidad en la región del trocánter mayor mediante palpación. También se evaluarán limitaciones en el rango de movimiento de la cadera y se realizarán pruebas específicas, como el test de abducción resistida, que puede desencadenar dolor si los tendones del glúteo están afectados. Es importante descartar otras causas de dolor en la cadera, como artritis de la cadera o lesiones de la columna lumbar, que pueden simular síntomas similares.
En casos de diagnóstico incierto, se pueden realizar estudios de imagen como una ecografía, que permite identificar inflamación en la bursa o tendinopatías de los músculos glúteos, o una resonancia magnética (RM) para evaluar con mayor precisión los tejidos blandos. Las radiografías suelen ser útiles para descartar otras condiciones óseas, como fracturas o anomalías estructurales, pero son limitadas a la hora de realizar el diagnóstico diferencial de la trocanteritis.
Tratamiento de la bursitis trocánterea
El síndrome de dolor trocantérico combina estrategias no quirúrgicas para aliviar el dolor, reducir la inflamación y mejorar la funcionalidad de la cadera. Inicialmente, se recomienda reposo relativo, evitando actividades que exacerben los síntomas, junto con la aplicación de frío local para disminuir la inflamación. De todas formas, no es adecuado permanecer en cama y evitar todo movimiento a menos que el profesional en salud lo indique. Los analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), como ibuprofeno o naproxeno, son efectivos para controlar el dolor y la inflamación en fases agudas. En casos más severos, se puede considerar una inyección de corticosteroides directamente en la bursa o los tendones afectados.
La fisioterapia es fundamental para el manejo de la trocanteritis a largo plazo. Los ejercicios específicos se centran en fortalecer los músculos abductores de la cadera, como el glúteo medio y menor, y mejorar la flexibilidad de la banda iliotibial para reducir la tensión sobre la región trocantérica. Técnicas como terapia manual, estiramientos dirigidos y el uso de ultrasonido o terapia de ondas de choque pueden ayudar a acelerar la recuperación y minimizar el dolor crónico. Además, se recomienda evaluar factores biomecánicos, como la forma de caminar o correr, y corregirlos con plantillas ortopédicas o ajustes en el calzado si es necesario.
En casos graves o refractarios al tratamiento conservador, se puede valorar la cirugía, aunque es poco común. Las opciones quirúrgicas incluyen la liberación de la banda iliotibial, la reparación de tendones dañados o la bursectomía (extirpación de la bursa inflamada). La decisión se basa en el nivel de dolor persistente y la discapacidad funcional del paciente. Con un enfoque integral que combine alivio sintomático, fisioterapia y corrección de desbalances musculares, la mayoría de los pacientes logran una recuperación satisfactoria sin necesidad de procedimientos invasivos.
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