Hernia de hiato: causas, síntomas y tratamiento
Hernia de hiato: causas, síntomas y tratamiento.

Hernia de hiato: causas, síntomas y tratamiento

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El término hernia se utiliza para designar la protrusión de cualquier órgano o tejido fuera de la cavidad en que está alojado en situaciones de normalidad. La mayoría de las hernias ocurren en la zona abdominal, y según sus particularidades tanto clínicas como anatómicas, se pueden dividir en varios cuadros: hernia inguinal, hernia umbilical, hernia incisional, hernia diafragmática y hernia de hiato son algunos ejemplos.

Las hernias inguinales, protrusiones de tejido a través del canal inguinal, son las más comunes. De todas formas, también hay que tener en cuenta a la hernia de hiato como una de las más usuales, sobre todo en la edad adulta. La hernia de hiato es una condición en la cual una parte del estómago se desplaza hacia arriba, en dirección al tórax, a través del hiato esofágico del diafragma. Es relativamente conocida en la población general por ser causante de acidez, reflujo y molestias digestivas, aunque algunas personas que la presentan son asintomáticas.

Tal y como indican fuentes epidemiológicas, la incidencia de la hernia de hiato aumenta con la edad. Aproximadamente entre el 55 % y el 60 % de las personas mayores de 50 años tienen una hernia de hiato, sin embargo, menos del 10 % presentan síntomas, y las manifestaciones dependen del tipo. En las siguientes líneas, se muestran las causas, los síntomas y el tratamiento de este cuadro clínico.

Tipos de hernias de hiato

En primer lugar, es de interés citar la tipología de este cuadro clínico:

  • Hernia de hiato tipo I (deslizante): es la más común de todas, representando hasta un 90 % del total. En este cuadro clínico, el esfínter esofágico inferior y la parte superior del estómago (fundus) se deslizan hacia el tórax a través del hiato esofágico. Esta hernia puede causar reflujo gastroesofágico, un cuadro bastante habitual en la población general que afecta hasta al 16 % de los españoles.
  • Hernia de hiato tipo II (paraesofágica): en este caso, el esófago y el esfínter esofágico inferior permanecen en su lugar, pero una parte del estómago se hernia junto al esófago. A diferencia de la hernia tipo I, esta no suele causar reflujo, pero puede llevar a complicaciones más serias, como la estrangulación del estómago.
  • Hernia de hiato tipo III (mixta): esta variante de hernia combina características de las hernias de tipo I y II. Tanto el esfínter esofágico inferior como una parte del estómago se hernian hacia el tórax. Es una forma más avanzada que las dos citadas y puede causar una sintomatología más severa.
  • Hernia de hiato tipo IV: es la hernia de hiato más grave. Además del estómago, otras estructuras abdominales como el intestino delgado, el colon o el bazo se hernian a través del hiato esofágico hacia el tórax. Este tipo de hernia es menos común y suele requerir intervención quirúrgica urgente debido al riesgo de estrangulación de los órganos involucrados.

La correcta clasificación de una hernia de hiato guía el tratamiento, el diagnóstico y el pronóstico del paciente, entre otras cosas.

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Síntomas la hernia de hiato

La mayoría de los pacientes con hernia de hiato deslizante son asintomáticos. De todas formas, dependiendo del tipo de hernia, su progresión y gravedad, es posible experimentar los siguientes signos clínicos:

  • Dolor torácico.
  • Acidez que proviene del estómago, la cual empeora al agacharse o acostarse.
  • Reflujo gastroesofágico (retroceso de ácido estomacal al esófago).
  • Dificultad para tragar.
  • Regurgitación.
  • Sensación de falta de aire.
  • En casos más graves, vómitos con sangre o heces negras, lo que implica sangrado en algún punto del tubo digestivo.

La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es la presentación típica que lleva a sospechar al profesional sanitario de una hernia de hiato. Los pacientes a menudo se quejan de acidez de estómago y, a veces, de regurgitación involuntaria. Si bien la acidez de estómago es la manifestación más común, algunas personas presentan síntomas extraesofágicos un poco más difíciles de identificar, como tos crónica o asma.

Causas de la hernia hiatal

No está claro a qué se debe la formación de una hernia hiatal, pero sí se sabe que esta condición puede ser tanto congénita como adquirida. Algunas de las potenciales causas de este cuadro clínico son las siguientes:

  • Estiramiento de las inserciones fasciales entre esófago y diafragma, evento que se podría atribuir a la edad y el paso del tiempo.
  • Lesiones o eventos quirúrgicos.
  • Nacimiento con un hiato más grande lo normal.
  • Presión constante e intensa en los músculos circundantes a la región lesionada, lo cual puede ocurrir por vómitos recurrentes, toses, esfuerzos defecatorios desmedidos, levantamiento de objetos pesados y más.
  • Factores de riesgo: obesidad, tabaquismo, edad avanzada y dieta inadecuada, entre otros.

Diagnóstico de este cuadro clínico

El diagnóstico de la hernia de hiato generalmente comienza con una evaluación clínica del paciente basada en su sintomatología, como acidez, reflujo, dolor torácico o dificultad para tragar. Si se sospecha de este cuadro clínico, el profesional médico puede recomendar distintas pruebas, entre las que destacan las siguientes:

  1. Radiografía con contraste de bario: tal y como indica su nombre, en esta prueba el paciente tiene que ingerir una solución de bario antes de someterse a una serie de radiografías. El bario recubre el esófago y el estómago, lo que hace que la hernia de hiato sea más visible en las imágenes.
  2. Endoscopia superior: en este procedimiento, se utiliza un tubo (endoscopio) con una cámara incorporada, que se introduce por la boca para la observación directa del esófago y el estómago. Esto permite detectar inflamación y otras irregularidades.
  3. Manometría esofágica: una prueba específica que se emplea para medir la presión y el movimiento dentro del esófago.

A menudo, las hernias de hiato grandes se pueden detectar de forma accidental en una radiografía de tórax, tal y como indican fuentes sanitarias. De todas formas, para los cuadros más sutiles se recurre casi siempre a la radiografía con contraste de bario.

Tratamiento de la hernia de hiato

El tratamiento de la hernia de hiato varía según la gravedad de los síntomas y el tipo de hernia, tal y como se ha comentado en líneas previas. En casos leves, en los que los síntomas son manejables, se suele optar por un enfoque conservador. Esto incluye la prescripción de medicamentos como inhibidores de la bomba de protones (IBP) y antiácidos para reducir la acidez estomacal y aliviar el reflujo gastroesofágico. Además, se recomienda que el paciente realice cambios en el estilo de vida, como evitar comidas copiosas, no acostarse inmediatamente después de comer, elevar la cabecera de la cama y reducir la ingesta de ingredientes que agraven los síntomas, como el alcohol, el chocolate y las grasas.

En casos más graves o cuando el tratamiento conservador no es efectivo, puede ser necesaria la intervención quirúrgica. La cirugía más común es la funduplicatura de Nissen, en la cual la parte superior del estómago se envuelve alrededor del esófago inferior para reforzar el esfínter y prevenir el reflujo. Otra opción es la reparación laparoscópica, un procedimiento menos invasivo que implica pequeñas incisiones en el abdomen para reposicionar el estómago y estrechar el hiato esofágico.

Para hernias de hiato más complicadas, como las de tipo III o IV, que pueden involucrar otras estructuras abdominales, se requiere una cirugía más compleja para corregir el cuadro clínico y prevenir complicaciones graves, como la estrangulación de los órganos afectados. En estos casos, la intervención quirúrgica se convierte en una necesidad urgente para evitar riesgos mayores para la salud del paciente.

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