Tipos de fracturas en el brazo
Existen diversos tipos de fractura que se pueden dar tanto en el brazo como en otras áreas anatómicas. Es importante distinguirlas a nivel clínico para llevar a cabo el mejor abordaje posible:
- Transversal: las fracturas transversales corren horizontalmente perpendiculares al hueso. También se conocen como “completas”, y suelen ocurrir tras caídas o accidentes de tráfico. Los huesos largos, como el húmero, son más proclives a este tipo de lesión.
- Oblicua: en este caso, el trazo de la fractura está inclinado sobre el eje mayor del hueso. Puede haber o no movimiento entre las 2 partes óseas fracturadas, y también es común que afecte al húmero, si bien es posible que ocurra en el cúbito o en el radio.
- Fractura en espiral: un tipo de fractura dispuesto alrededor del eje del hueso.
- Segmentaria: en este escenario, el hueso se rompe en dos o más lugares, lo que resulta en tres o más segmentos óseos separados. Suele ser fruto de un traumatismo severo y tiende a presentar complicaciones adicionales en comparación con las fracturas simples.
- Conminuta: tanto la fractura segmentaria como la conminuta implican múltiples fragmentos óseos, pero en este caso los fragmentos resultantes de la lesión se desintegran en múltiples piezas más pequeñas.
- Fractura en botón: es una deformidad leve sin rotura de la superficie ósea, y el dolor es la principal característica clínica. Es más habitual en niños menores de 12 años.
Causas de la quebradura de brazo
Tal y como indican estudios, la quebradura de brazo representa más de un 20 % de las lesiones en las extremidades superiores. Esta cifra es más significativa si cabe aún en la población infantil, pues se estima que 1 de cada 100 niños se fractura el radio o el cúbito cada año. De todas formas, las fracturas del húmero son mucho menos comunes, representando menos de un 10 % de los huesos rotos a nivel global.
Entre las potenciales causas de la fractura de brazo, se destacan:
- Caídas, especialmente cuando el paciente aterriza contra el suelo con los brazos extendidos.
- Lesiones deportivas. La práctica de deportes de impacto o que implican contacto estrecho y súbito con otras personas favorece la fractura de brazo. Entre ellos, se citan el fútbol americano, el Hockey, el rugby, el baloncesto, el snowboarding y el ciclismo.
- Accidentes de tráfico.
Diagnóstico del brazo roto
Diagnosticar un brazo roto generalmente implica una combinación de evaluación clínica, historia clínica del paciente y pruebas de diagnóstico por imágenes. En las siguientes líneas, se recogen los métodos que más usualmente se emplean para la detección de esta afección:
- Historia clínica y evaluación física: una vez el paciente llegue al centro, el profesional médico comenzará el diagnóstico realizando una historia clínica detallada, lo que puede incluir preguntas sobre cómo ocurrió la lesión, los síntomas experimentados y cualquier otra condición médica preexistente. Posteriormente, se llevará a cabo una evaluación física de la extremidad afectada, buscando signos de deformidad, hinchazón, hematomas, sensibilidad, movilidad limitada y otros síntomas ya citados.
- Radiografía (rayos X): la radiografía es la herramienta de diagnóstico más comúnmente utilizada para confirmar una fractura de brazo. Se pueden realizar radiografías de diferentes ángulos para evaluar completamente la lesión y determinar la ubicación, el tipo y la gravedad de la fractura. Se trata de una técnica imagenológica rápida, sencilla y económica.
- Tomografía axial computarizada (TAC): en algunos casos, especialmente si la fractura es compleja o si hay sospecha de lesiones adicionales, se puede realizar una tomografía computarizada con el fin de obtener imágenes más detalladas del brazo y afinar el diagnóstico.
- Resonancia magnética (RM): en casos de fracturas complejas o lesiones relacionadas con tejidos blandos, como desgarros de ligamentos o lesiones del manguito de los rotadores, la resonancia magnética puede ser útil con la finalidad de obtener imágenes detalladas de los tejidos blandos.
Tratamiento de fracturas óseas en el brazo
El tratamiento de la fractura de brazo depende completamente de la severidad de la lesión. En los escenarios más leves o que no requieran atención de urgencia, se suele optar por inmovilizar la extremidad afectada para permitir que los huesos se curen correctamente. Esto puede implicar el uso de un yeso, una férula o una tablilla, dependiendo de la ubicación y la gravedad de la fractura. La inmovilización es de gran utilidad a la hora de estabilizar el hueso fracturado y a prevenir movimientos que podrían dificultar la curación.
La reducción es una técnica empleada para ajustar (reducir) un hueso fracturado. En algunas fracturas del brazo, especialmente si los fragmentos óseos están desplazados o no se encuentran alineados correctamente, puede ser necesario realizar una reducción de la fractura para reposicionarlos en su lugar. Esta reducción puede ser cerrada (sin cirugía) o abierta (con cirugía), y se realiza bajo anestesia.
En casos más severos, puede ser necesario una cirugía abierta para la colocación de clavos, placas, tornillos o alambres en el hueso fracturado para estabilizar los fragmentos óseos y facilitar la curación. Una vez que la lesión ha comenzado a sanar, suele ser necesaria la rehabilitación para la recuperación de masa muscular, movilidad y funcionamiento del brazo.
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