Ascitis: causas, síntomas y tratamiento

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Existen diversos signos clínicos que indican un problema de salud grave o un desajuste fisiológico que requiere atención inmediata. Entre ellos, destacan la dificultad para respirar, el dolor de aparición repentina en el pecho, el dolor de cabeza grave, las convulsiones o la pérdida de sensibilidad. Otro signo clínico de gran relevancia (y preocupación) es la ascitis, objeto de este artículo.

La ascitis es una complicación de diversas enfermedades, sobre todo aquellas que involucran al hígado. En las siguientes líneas se recogen definición, síntomas, causas y tratamiento de este cuadro clínico.

¿Qué es la ascitis?

La ascitis es la acumulación de líquido en el abdomen (la tripa), concretamente en la cavidad peritoneal. La cavidad peritoneal es un espacio potencial que se sitúa entre las capas parietal y visceral del peritoneo que cuenta con una pequeña cantidad de líquido (de 5 a 20 mililitros), cuya función es lubricar y reducir la fricción de los órganos durante la digestión. En general, se considera que un paciente tiene ascitis cuando la cantidad de líquido en la cavidad peritoneal supera los 25 mililitros, aunque pueden llegar a acumularse volúmenes de 1 litro o más.

En general, el cuadro de ascitis suele ir precedido de hipertensión portal, un aumento de la presión sanguínea en la vena porta. Cuando la hipertensión portal supera cierto límite, los niveles circulantes de óxido nítrico aumentan, lo que a su vez conlleva vasodilatación. Los consiguientes desajustes derivados de esta situación provocan que los líquidos se escapen de las venas hacia el abdomen, acumulándose.

¿Qué causa la ascitis?

La ascitis puede tener múltiples causas, pero una en concreto corresponde a la mayoría de los casos. Según estudios, estos son sus agentes desencadenantes en orden de importancia:

  • Cirrosis hepática: es el agente causal hasta en el 80 % de los cuadros de ascitis. A su vez, la cirrosis surge por el consumo de alcohol en un 65 % de los casos, por infecciones víricas en el 10 %, y por otras afecciones en los restantes. En la cirrosis hepática se produce una destrucción y cicatrización del tejido del hígado, haciendo que este pierda su funcionalidad y se produzca la hipertensión portal citada.
  • Cáncer: representa el 10 % de los casos de ascitis. En el cáncer, se produce una mutación en las células que provoca su crecimiento y división anormales, además de una capacidad de invadir otros tejidos sanos (metástasis). Los cánceres que se producen en órganos del abdomen o que migran al hígado pueden provocar acumulación de líquidos.
  • Fallo en el corazón: 3 % de los cuadros. La ascitis es una manifestación conocida de la insuficiencia cardíaca congestiva (ICC) y refleja una hipertensión venosa sistémica de larga evolución.
  • Otras causas: en estos casos, cada una representa menos de un 2 % de los cuadros totales. Se citan tuberculosis, diálisis y enfermedad pancreática, entre otras condiciones.

Cabe destacar que la ascitis se puede dividir en 2 grandes categorías según el gradiente de albúmina plasma-líquido ascítico, lo que también condiciona su causalidad. De todas formas, las particularidades fisiopatológicas del cuadro se escapan a las competencias de este espacio.

Síntomas asociados

El síntoma principal de la ascitis es la inflamación del abdomen y un rápido aumento de peso. También se pueden experimentar otros signos asociados, como los siguientes:

  • Sensación constante de saciedad.
  • Falta de apetito.
  • Dolor de espalda.
  • Problemas para respirar bien.
  • Sensación general de pesadez.
  • Vómitos y náuseas.
  • Fatiga.
  • Dificultad para sentarse.
  • Inflamación de las extremidades inferiores.

Huelga decir que la ascitis requiere atención médica inmediata, se acompañe o no de cualquiera de los síntomas citados en la lista. Si no se trata, este cuadro puede provocar una peritonitis bacteriana, trombosis y síndrome hepatorrenal, entre otros.

Diagnóstico

El diagnóstico de la ascitis comienza con la exploración física del paciente y la anamnesis. En caso de duda, la ecografía abdominal permite confirmar o descartar el cuadro con facilidad. Según la intensidad, se puede clasificar en 3 grados:

  • Grado 1: la acumulación de líquido es mínima y solo se detecta por ecografía.
  • Grado 2: se manifiesta en forma de molestia abdominal, pero no interfiere con las actividades de la vida diaria.
  • Grado 3: distensión abdominal importante que interfiere con las actividades del paciente.

Una vez confirmado el cuadro, se requiere una analítica sanguínea en todos los casos. Esto puede ayudar a encaminar el diagnóstico de una enfermedad hepática u otro problema que pueda ser causal. También es necesaria la extracción del propio líquido de la cavidad peritoneal mediante un procedimiento conocido como paracentesis. Esto permite la observación de signos de cáncer, infecciones, hipertensión portal y otras condiciones.

Tratamiento de la ascitis

Se pueden tomar diversas medidas y cambios en los hábitos para manejar la ascitis. A destacar:

  • Limitar el consumo de sal (sodio). Para las personas con ascitis, la ingesta de sodio recomendada es de menos de 2000-4000 miligramos por día. Esto se puede conseguir con ayuda de un nutricionista.
  • Reposo en posición horizontal (tumbado en la cama) durante unas 10 horas al día.
  • Reducir la cantidad de líquidos ingerida, al menos hasta que sea menor que la orina eliminada.
  • Eliminar el consumo de alcohol en su totalidad.
  • Monitorizar, pesándose un par de veces a la semana antes del desayuno y midiendo la cantidad de orinado durante 24 horas 1-2 días a la semana.

Más allá de estas medidas caseras, el profesional médico puede recomendarle al paciente el consumo de medicamentos diuréticos, los cuales ayudan al cuerpo a eliminar el líquido y la sal sobrantes a partir de una mayor frecuencia de orinado.

En las fases más avanzadas de su cuadro causal más común, la cirrosis hepática, se puede requerir la extracción directa de líquido abdominal por paracentesis. Esto se suele hacer si el paciente tiene problemas para respirar o si el consumo de diuréticos no cumple su función. En los casos en los que la cirrosis es severa, se puede plantear un trasplante de hígado.

Naturalmente, si el causante no es una cirrosis hepática, se pueden requerir otros abordajes como quimioterapia (para el cáncer), medicamentos anti-tuberculosis (para la tuberculosis), antibióticos (para las infecciones) y mucho más. El pronóstico y la probabilidad de éxito dependen en su totalidad del agente causal subyacente.

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