Tanto la sobrecarga muscular como la distensión se pueden tratar de forma inicial con reposo, aplicación de frío/calor, fisioterapia o masajes. En ciertas ocasiones, la distensión muscular puede requerir el uso de medicamentos antiinflamatorios, pues en este caso sí que existe una respuesta inflamatoria local por el desgarro de tejidos. Si el desgarro es grave (algo poco usual), existe la posibilidad de realizar procesos quirúrgicos para su reparación.
2. Mala postura
La mala postura es otro de los principales sospechosos al hablar de lumbago, sobre todo teniendo en cuenta que una parte muy importante de la población permanece sentada frente a un ordenador múltiples horas al día. Estar sentado encorvado o de pie con la espalda arqueada, así como posturas que implican levantar objetos pesados de forma incorrecta o dormir boca abajo, pueden favorecer el desarrollo de un episodio de lumbago agudo.
Mantener una buena higiene postural es vital para evitar el dolor lumbar. En caso de realizar trabajo de oficina, se recomienda levantarse del puesto cada 30-60 minutos, siendo ideal una pausa activa de 5 a 10 minutos por cada hora sentado. Si la ocupación implica trabajo físico, se recomienda una buena mecánica corporal, la realización regular de estiramientos, y el fortalecimiento de músculos de espalda-abdomen.
3. Hernia discal
Entramos en un terreno patológico que va más allá de cambios posturales, reposo y únicamente fisioterapia. La hernia discal es una condición en la que parte del disco intervertebral, que se encuentra entre las vértebras, se desplaza hacia la raíz nerviosa, presionándola y dando lugar a lesiones neurológicas de gravedad variable. La prevalencia de hernia discal está en el rango de 1-3 % de los dolores en la espalda, tal y como indican investigaciones, lo que la convierte en una de las causas por enfermedad más comunes de este padecimiento.
Además del dolor en la espalda baja, la hernia discal puede provocar otros síntomas como dolor irradiado a la pierna (ciática), entumecimiento, hormigueo de la extremidad afectada, e incluso pérdida de control de esfínteres (un evento grave que requiere atención médica inmediata). El tratamiento de la hernia discal suele comenzar con un abordaje conservador, lo cual implica el consumo de analgésicos cuando sea necesario, los medicamentos neuropáticos, los relajantes musculares y los opioides (aunque estos se recetan menos por sus efectos secundarios). Si el dolor no se calma con medicamentos orales, el profesional de la salud puede recomendar una inyección de corticoide. En caso de que estos abordajes no funcionen en las primeras 6 semanas posteriores al tratamiento, se puede recurrir a cirugía.
4. Degeneración discal
También conocida como enfermedad degenerativa del disco (aunque no es una enfermedad como tal), la degeneración discal es el proceso natural que ocurre cuando el desgaste de un disco intervertebral relacionado con la edad provoca dolor, inestabilidad y otros síntomas. La degeneración discal es una parte natural del envejecimiento y, con el paso del tiempo, todas las personas mostrarán algunos cambios en su columna vertebral. Este cuadro es uno de los principales desencadenantes del lumbago, sobre todo en pacientes de edad avanzada.
En general, el abordaje de la degeneración discal se enfoca en aliviar el dolor y mejorar la función de la columna vertebral, y al igual que la hernia, puede incluir un tratamiento conservador y/o quirúrgico. Se puede recomendar cirugía si las opciones de tratamiento conservador no brindan alivio dentro de 2-3 meses para los síntomas cervicales o de 6 meses para los síntomas lumbares.
5. Espondiloartrosis
Esta es una causa de dolor lumbar que involucra estructuras articulares específicas. La espondilosis lumbar consiste en el desgaste progresivo de las articulaciones facetarias de la columna vertebral, que con el tiempo pierden su superficie lisa y cartilaginosa, generando fricción, inflamación y dolor. Es una patología especialmente frecuente en adultos mayores, aunque puede aparecer antes si existen factores predisponentes como sobrepeso, inactividad física o predisposición genética. A diferencia de causas posturales o musculares, la espondiloartrosis implica un daño estructural crónico que suele avanzar lentamente, y según estudios clínicos, está presente en un número considerable de pacientes con dolor lumbar crónico persistente.
El dolor que provoca puede ser profundo, localizado en la zona lumbar e incluso irradiarse hacia los glúteos o parte posterior de los muslos, aunque sin alcanzar las características típicas de la ciática. Este dolor suele empeorar con la bipedestación prolongada o ciertos movimientos de extensión de la espalda. El tratamiento es conservador en la mayoría de los casos e incluye fisioterapia enfocada en el fortalecimiento del tronco, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, e incluso infiltraciones facetarias cuando el dolor es resistente. Aunque es una patología crónica, una intervención temprana y un enfoque multidisciplinario pueden mejorar significativamente la calidad de vida del paciente.
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