¿Qué es el dolor de pecho?
El dolor de pecho, mejor designado como dolor torácico, es cualquier molestia o sensación anómala experimentada en el tórax. Se trata de un síntoma muy frecuente en la práctica clínica y, según fuentes profesionales, supone entre el 5 y el 20 % del volumen total de urgencias médicas. Por cada 1000 habitantes, un hospital de referencia atiende una urgencia por dolor torácico al mes.
Las causas del dolor de pecho pueden ser leves (como el reflujo gastroesofágico puntual) o extremadamente graves, como una embolia pulmonar o una pericarditis, pasando por desgarros musculoesqueléticos, ataques de pánico, anginas de pecho, y mucho más. Las características de este síntoma pueden variar según la causa subyacente del malestar, tal y como se indica en el siguiente listado:
- Dolor coronario: suele ser opresivo e irradiarse al brazo izquierdo, el cuello o la mandíbula. Se acompaña de síntomas difusos como sudoración, náuseas, vómitos, falta de aire y más.
- Dolor pericardítico: dolor de tipo opresivo y punzante en el centro del pecho. Suele empeorar con los movimientos respiratorios.
- Dolor esofágico/digestivo: sensación quemante que involucra a la zona retroesternal llegando, en ocasiones, hasta la garganta.
- Dolor pleuropulmonar: empeora con la tos, y suele situarse más hacia los costados.
- Dolor osteomuscular: suele ser localizado, en la zona de la lesión/desgarro/pinzamiento, y empeora con la movilización del tronco. Se diferencia de los demás en que disminuye o desaparece completamente con el reposo.
- Dolor psicógeno: es un dolor que no se deriva de una causa física o neurológica, sino que es causado o intensificado por factores psicológicos o emocionales. Puede variar en intensidad o ubicación, y suele acompañarse de otros síntomas como sudor, aturdimiento, náuseas y más. A menudo, se confunde con un dolor de tipo circulatorio.
Causas del dolor de pecho
Si bien ya se han citado generalmente los agentes causales del dolor de pecho, es de interés citar algunos de sus desencadenantes principales desde un punto de vista clínico. Vamos a ello:
- Cardiovascular (aproximadamente, el 10 % de los casos): síndrome coronario (que incluye angina estable o inestable e infarto de miocardio), angina de Prinzmetal, estenosis aórtica, miocardiopatía hipertrófica, disección aórtica, pericarditis, taponamiento cardíaco, arritmia, miocarditis, síndrome de prolapso de la válvula mitral, aneurisma aórtico y más.
- Respiratorio (aproximadamente el 10 %-20 % de los casos): asma, bronquitis, embolia pulmonar, neumonía, neumotórax, tuberculosis, traqueítis y cáncer de pulmón, entre otros.
- Gastrointestinal (hasta un 42 % de los casos): enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), acalasia, rotura esofágica, esofagitis, hernia de hiato, dispepsia funcional, úlcera péptica perforada, gastritis aguda y más.
- Pared torácica (entre el 30 y el 50 % de los casos, siendo la causa más común del dolor de pecho): costocondritis, problemas del nervio espinal, fibromialgia, dolor muscular (por esfuerzo o mala postura), contusiones, fracturas, síndrome miofascial, irritación de los nervios intercostales, distensión de los músculos y tendones entre las costillas, y más.
- Psicológico/psicógeno (10-15 % de los casos): ataque de pánico, ansiedad, depresión crónica, hipocondría, somatización y otros cuadros emocionales.
Como puedes observar, las causas del dolor de pecho son muy variadas. De todas formas, los eventos musculoesqueléticos y los digestivos suelen ser los principales responsables, y en muchos casos no se trata de desencadenantes graves. Cabe destacar que el causal más frecuente del dolor de pecho a nivel mundial es la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), que representa aproximadamente el 30% de los casos, tal y como indican fuentes profesionales. Le siguen las causas musculoesqueléticas, como la costocondritis o las distensiones musculares, con un 28% del total. Ambas condiciones se pueden solventar o aliviar con cambios en el estilo de vida y/o medicamentos.
Otros síntomas asociados
La sintomatología asociada al dolor de pecho dependerá mucho de la causa subyacente. Es posible que este malestar sea único y localizado, que mejore-empeore al realizar ciertas actividades/movimientos, o que se alivie o agrave a lo largo del tiempo. En caso de presentar signos clínicos asociados, el dolor de pecho puede acompañarse de:
- Opresión torácica.
- Sensación de pesadez.
- Ardor en la región torácica.
- Dificultad para respirar.
- Náuseas.
- Mareos.
- Vómitos.
- Latidos cardiacos irregulares.
- Irradiación del dolor a otras regiones (cuello, mandíbula, brazo izquierdo).
- Sudoración.
- Sensación de pulso irregular.
La sensación de pesadez, el ardor, la dificultad para realizar ciertos movimientos y otros signos leves pueden indicar un problema de tipo gástrico o muscular que puede solventarse por sí solo a lo largo del tiempo. Por otro lado, ante la presencia de signos más graves como dificultad para respirar, confusión, mareos, irregularidad cardíaca o desmayos, se hace indispensable acudir a un profesional médico cuanto antes. Ante un evento cardiovascular, se requiere actuació con máxima presteza.
Diagnóstico
El diagnóstico del dolor en el pecho comienza con una historia clínica detallada, en la que se exploran las características del dolor (inicio, duración, localización, tipo, factores desencadenantes y alivio), así como síntomas asociados, ya descritos en líneas previas. También se investigan los factores de riesgo cardiovasculares (hipertensión, diabetes, tabaquismo, antecedentes familiares) y antecedentes personales de enfermedades pulmonares, digestivas o musculoesqueléticas. Esta información inicial permite orientar la sospecha diagnóstica hacia una causa cardiaca, respiratoria, gastrointestinal, musculoesquelética o psicógena.
El siguiente paso incluye la exploración física, que puede revelar hallazgos importantes como ruidos cardíacos anormales, crepitaciones pulmonares, dolor reproducible con la palpación (sugiere causa musculoesquelética) o signos de insuficiencia cardíaca. Se complementa con estudios como el electrocardiograma (ECG) para descartar isquemia miocárdica, radiografía de tórax para evaluar causas pulmonares o estructurales, y análisis de sangre (como troponinas para daño miocárdico, dímero D para descartar tromboembolismo pulmonar si se sospecha). Según el contexto, también pueden indicarse pruebas como la espirometría, gastroscopia o estudios de imagen avanzados, según fuentes médicas.
Finalmente, en casos con diagnóstico incierto o cuando se sospechan causas graves, se puede recurrir a pruebas complementarias como la tomografía computarizada (TC) de tórax, la resonancia magnética torácica (RM), el ecocardiograma, las pruebas de esfuerzo o la angiografía coronaria. Es esencial un enfoque sistemático para descartar primero causas potencialmente mortales (síndrome coronario agudo, embolia pulmonar, disección aórtica, neumotórax) antes de atribuir el dolor a causas benignas. El diagnóstico final se establece integrando datos clínicos, hallazgos físicos y pruebas complementarias, priorizando siempre la seguridad del paciente.
Tratamiento del dolor de pecho
El tratamiento del dolor de pecho depende de su causa subyacente, por lo que el primer paso es identificar y tratar la patología responsable. Si se trata de una causa grave, como un infarto agudo de miocardio, se inicia tratamiento urgente con oxígeno, antiagregantes plaquetarios (como aspirina), nitratos, anticoagulantes y, en muchos casos, intervención coronaria percutánea. Para una embolia pulmonar, se administran anticoagulantes o trombolíticos; en una disección aórtica, el manejo puede ser quirúrgico. En cambio, para causas respiratorias como la neumonía, el tratamiento incluye antibióticos y soporte respiratorio; y en casos como el neumotórax, puede ser necesario el drenaje torácico.
Cuando el dolor no se debe a causas potencialmente mortales, el tratamiento es sintomático y específico. En casos musculoesqueléticos, se emplean antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), reposo y fisioterapia. Si el origen es digestivo, como en la enfermedad por reflujo gastroesofágico, se indican inhibidores de bomba de protones y cambios en el estilo de vida. Para el dolor psicógeno, el enfoque incluye técnicas de manejo del estrés, psicoterapia y, en algunos casos, ansiolíticos. El abordaje clínico de esta condición depende en su totalidad del agente causal y se requiere asistencia médica en todos los casos.
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