Linfedema: causas, síntomas y tratamiento
Causas del linfedema.

Linfedema: causas, síntomas y tratamiento

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El término edema hace referencia a la acumulación de líquido extracelular o intersticial. Se manifiesta como una hinchazón de ciertos tejidos blandos y surge por un desequilibrio entre las fuerzas que regulan el paso del líquido de un compartimento a otro dentro del cuerpo. Este cuadro clínico se considera un síntoma de una enfermedad subyacente, y puede tener lugar en diversas partes del cuerpo (abdomen, extremidades, cabeza y más).

El linfedema, también conocido como linfoedema o edema linfático, es una un subtipo de edema caracterizado por la inflamación de tejidos provocada por la acumulación de líquidos (linfa), específicamente debido a la obstrucción del sistema linfático. Este cuadro clínico se experimenta con más frecuencia en las extremidades inferiores, aunque también puede aparecer en brazos, pared torácica, abdomen, cuello y región genital.

En este punto, y antes de entrar en las particularidades de este síntoma, es necesario anotar que existen 2 tipos de linfedemas según su origen:

  1. Linfedema primario: es una condición heredada y/o congénita que provoca una malformación del sistema linfático, generalmente debido a mutaciones genéticas. Puede estar presente desde el nacimiento, aparecer en la pubertad, o ser tardío y manifestarse a partir de los 35 años de edad.
  2. Linfedema secundario: se adquiere a lo largo de la vida por daños, obstrucciones o malformaciones adquiridas con el paso del tiempo en el sistema linfático. En regiones de bajo ingreso, el linfedema secundario suele estar provocado por un cuadro parasitario (filariasis), mientras que en áreas más desarrolladas, el cuadro clínico suele deberse al desarrollo de un cáncer o el tratamiento de este.

Tal y como indican fuentes epidemiológicas, el linfedema primario afecta a 1 de cada 100 000 personas, y se considera un cuadro raro. Por otro lado, el linfedema secundario se manifiesta de manera mucho más habitual en la población, afectando a 1 de cada 1000 personas en regiones de alto ingreso como Estados Unidos. En las siguientes líneas, se describen los síntomas, las causas, el diagnóstico y el tratamiento de este signo clínico.

Síntomas del linfedema

Como se ha mencionado con anterioridad, el linfedema se trata de un signo clínico de un cuadro subyacente, no de una enfermedad en sí misma. La sintomatología general del paciente puede variar según el agente causal de la enfermedad, pero normalmente esta acumulación de líquido linfático suele acompañarse de los siguientes signos:

  • Hinchazón de la totalidad o parte de la extremidad afectada, a veces incluyendo manos, pies y/o dedos.
  • Piel tensa y blanca en el área afectada.
  • Sensación de pesadez u opresión en la extremidad afectada.
  • Infecciones recurrentes.
  • Endurecimiento de la piel en el área afectada (fibrosis).
  • Amplitud limitada del movimiento en la extremidad afectada.
  • Entumecimiento u hormigueo en el área afectada.
  • Debilidad en la extremidad.

Los signos clínicos pueden variar también según la localización del linfedema. Por ejemplo, si este está localizado en la cara, es habitual sentir sensación de tirantez en el cuello o debajo de la barbilla, dificultad para comer/hablar/respirar, cambios en la voz y en la visión, y más. En caso de que el linfedema se manifieste en la región abdominal, es común sentir dificultad para orinar y dolor al mantener relaciones sexuales, por ejemplo.

En caso de no tratarse el linfedema en sí y la causa subyacente del mismo, es posible experimentar complicaciones derivadas, como infecciones de la piel (celulitis), septicemia e incluso algunos tipos de cáncer raros. Por este motivo, ante la aparición de este signo clínico, se recomienda la visita al centro de urgencias cuanto antes.

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Causas del linfedema

El sistema linfático es una parte importante del sistema inmunitario y se compone de diversos sistemas y órganos que ayudan a proteger al cuerpo frente a la entrada de enfermedades e infecciones. Esta unidad anatómica se encarga de transportar la linfa, un líquido transparente y blanquecino compuesto de glóbulos blancos, quilo, proteínas, grasas y más. La linfa ayuda a mantener el equilibrio de electrolitos/líquidos en el organismo y fomenta la acción inmunitaria, entre otras muchas cosas.

El linfedema primario se asocia con displasia del sistema linfático y también puede desarrollarse con afecciones de otras anomalías vasculares, incluido el síndrome de Klippel-Trenaunay-Weber, y el síndrome de Turner. Este cuadro se caracteriza por una hiperplasia, hipoplasia o aplasia de los vasos linfáticos, lo que se traduce en una acumulación de líquido linfático en los tejidos, causando hinchazón crónica, generalmente en las extremidades.

El linfedema secundario se desarrolla debido a daño o disfunción del sistema linfático que funciona normalmente. Entre las potenciales causas de este cuadro, destacan:

  • Cáncer. En caso de que las células cancerosas/tumores bloqueen algún punto de sistema linfático, se puede producir un drenaje de líquido y el consecuente linfedema.
  • Tratamiento de radiación para el cáncer. La radioterapia puede causar linfedema porque daña los vasos linfáticos y los ganglios linfáticos, afectando el drenaje normal de la linfa. La inflamación y la fibrosis provocadas por la radiación pueden obstruir el flujo linfático, lo que lleva a la acumulación de líquido en los tejidos cercanos.
  • Infección parasitaria. La filariasis constituye un grupo de enfermedades parasitarias en el humano y otros animales causadas por diversos nemátodos conocidos como filarias. Este cuadro provoca episodios repetidos de inflamación que pueden conducir a una obstrucción progresiva de los conductos linfáticos, con acumulación de líquido en los tejidos intersticiales.
  • Cirugía. Esto incluye extracción de ganglios en axila, pelvis, cuello, ingle y más. Al extirpar alguno de los ganglios, se puede interrumpir el flujo normal de la linfa, lo que dificulta su drenaje y provoca acumulación de líquido en los tejidos cercanos.
  • Traumatismos que causen daño en los ganglios linfáticos de una extremidad e interrumpan el flujo de linfa.

También existen factores de riesgo asociados al linfedema, como la edad avanzada, el sobrepeso, la obesidad, la falta de actividad física, las enfermedades renales y más. Ante cualquier duda o inquietud con respecto a este cuadro clínico, se recomienda una vista al centro sanitario de confianza.

Diagnóstico

El diagnóstico del linfedema se basa en la evaluación clínica y en pruebas de diagnóstico por imagen que confirmen la disfunción del sistema linfático. Inicialmente, el médico realiza una historia clínica detallada, identificando factores de riesgo como cirugías, radioterapia o antecedentes familiares. Luego, se debe llevar a cabo un examen físico para detectar signos característicos, como hinchazón persistente, piel endurecida (fibrosis), signo de Stemmer positivo (incapacidad de pellizcar la piel en los dedos de los pies o manos) y asimetría en las extremidades. El diagnóstico clínico se complementará con mediciones del volumen de la extremidad afectada y comparaciones con el lado sano.

Para confirmar y evaluar la extensión del linfedema, se pueden utilizar estudios de imagen como la linfocintigrafía, que muestra el flujo linfático y posibles bloqueos, la ecografía Doppler, que ayuda a descartar problemas venosos, y la resonancia magnética o tomografía computarizada, que pueden detectar engrosamiento de tejidos o acumulación de líquido. En algunos casos, la bioimpedancia es útil para detectar acumulación de líquido en etapas tempranas. Un diagnóstico preciso permite diferenciar el linfedema de otras causas de edema y orientar el tratamiento adecuado.

Tratamiento del linfedema

El tratamiento del linfedema se enfoca en reducir la hinchazón, mejorar la circulación linfática y prevenir complicaciones. El enfoque principal es la terapia descongestiva compleja (TDC), que incluye drenaje linfático manual, vendajes compresivos, ejercicios terapéuticos y cuidado de la piel. El drenaje linfático manual es una técnica de masaje especializada que estimula el flujo de la linfa, mientras que la terapia de compresión, mediante vendajes o prendas elásticas, ayuda a evitar la acumulación de líquido. Los ejercicios supervisados favorecen el movimiento de la linfa sin sobrecargar la extremidad afectada.

Además del tratamiento conservador, en algunos casos se pueden utilizar dispositivos de compresión neumática intermitente, que ayudan a movilizar el líquido linfático mediante presión controlada. También existen opciones farmacológicas para tratar infecciones secundarias, como la celulitis, que es una complicación frecuente en pacientes con linfedema. Aunque no existen medicamentos específicos para revertir el linfedema, algunos estudios investigan el uso de fármacos antifibróticos o linfangiogénicos para mejorar la función linfática.

En casos severos, o cuando el tratamiento conservador no es suficiente, se pueden considerar opciones quirúrgicas. Estas incluyen la liposucción linfática para eliminar el exceso de grasa y líquido acumulado, así como procedimientos reconstructivos como la anastomosis linfovenosa o el trasplante de ganglios linfáticos, que buscan restaurar el drenaje linfático. Sin embargo, la cirugía no reemplaza la terapia descongestiva y requiere un seguimiento estricto para mantener los resultados.

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