Sin que se produzca tiroiditis, otros eventos pueden provocar hipotiroidismo: consumo de determinados medicamentos (como litio o amiodarona), anomalías congénitas, terapias de radiación al cuello-cerebro, uso de yodo radiactivo usado para tratar una tiroides hiperactiva, extirpación quirúrgica de parte o de toda la glándula tiroidea y más pueden provocar hipotiroidismo. Entre los síntomas más comunes de esta condición, destacan las sensaciones anormales de frío, la fatiga, la lentitud, la palidez, la piel reseca, el estreñimiento, el dolor muscular, las uñas quebradas, y más. Detectar esta condición a tiempo es esencial para evitar complicaciones, como problemas cardiacos o infertilidad.
2. Hipertiroidismo
El hipertiroidismo es la otra cara de la moneda. En este caso, la glándula tiroides trabaja más de lo normal y produce un exceso de hormonas tiroideas. La causa más habitual de esta condición es la enfermedad de Graves-Basedow, en la cual tiene lugar una respuesta anormal del sistema inmunitario que lleva a la glándula tiroides a producir demasiada hormona tiroidea. La presencia de nódulos tiroideos hiperactivos, la tiroiditis, el exceso de yodo en el cuerpo, el consumo excesivo de medicamentos tiroideos y la presencia de un tumor no canceroso de la glándula pituitaria (hipófisis) también pueden provocar hipertiroidismo.
Los síntomas del hipertiroidismo se deben, principalmente, a un metabolismo acelerado. Entre los más comunes, destacan el adelgazamiento a pesar de un apetito aumentado, los latidos cardiacos irregulares, el nerviosismo excesivo, las palpitaciones, el cansancio inexplicable, la sudoración fácil, la mala tolerancia al calor y más. Al igual que en el caso del hipotiroidismo, este cuadro debe diagnosticarse con una mezcla de análisis clínicos y pruebas de laboratorio. Los problemas cardiacos son un riesgo importante ante el hipertiroidismo no tratado, así que debe abordarse con presteza.
3. Tiroiditis de Hashimoto
La tiroiditis de Hashimoto es la causa más frecuente de hipotiroidismo en regiones de alto ingreso. Se trata de una enfermedad autoinmunitaria en la que el sistema inmunitario ataca por error a la glándula tiroides, provocando una inflamación crónica que, con el tiempo, daña el tejido tiroideo y reduce su capacidad para producir hormonas. A diferencia del hipertiroidismo, donde la tiroides se acelera, en este caso la glándula trabaja por debajo de lo normal, lo que desencadena una ralentización general del metabolismo.
Los síntomas de la tiroiditis de Hashimoto reflejan esta desaceleración. El cansancio persistente, el aumento de peso sin cambios en la dieta, la piel seca, la caída del cabello, el estreñimiento, la depresión y la sensibilidad al frío son algunas de las señales más frecuentes. También pueden presentarse alteraciones menstruales, hinchazón en la cara o en las extremidades, y problemas de concentración o memoria. El diagnóstico se confirma mediante análisis de sangre que muestran niveles bajos de hormonas tiroideas y elevados de TSH, junto con la detección de anticuerpos antitiroideos. Aunque no tiene cura, con tratamiento adecuado a base de hormona tiroidea sintética, la enfermedad puede controlarse eficazmente.
4. Enfermedad de Graves
La enfermedad de Graves-Basedow, ya nombrada en este artículo, es la principal causa de hipertiroidismo. Tal y como indican fuentes profesionales, hasta 1 de cada 100 personas experimentan esta enfermedad, y 4 de cada 5 casos de hipertiroidismo son provocados por esta patología. Esta enfermedad está provocada por el mal funcionamiento del sistema inmunitario, el cual produce un anticuerpo contra una parte de las células tiroideas. En lugar de destruir las células tiroideas (como ocurre en la tiroiditis de Hashimoto), el sistema inmunitario produce anticuerpos anormales llamados TRAb (anticuerpos estimulantes del receptor de TSH). Estos anticuerpos imitan la acción de la TSH (la hormona que normalmente estimula la tiroides), lo que provoca que la glándula se sobreactive y produzca grandes cantidades de hormonas tiroideas, llevando al hipertiroidismo.
Los síntomas de la enfermedad de Graves son los mismos que los citados en el apartado de hipertiroidismo, aunque también es importante citar que se puede experimentar bocio (agrandamiento e hinchazón del cuello-tiroides). Los antecedentes familiares, tener entre 30 y 60 años de edad, ser de sexo biológico femenino y presentar enfermedades autoinmunitarias preexistentes se consideran claros factores de riesgo para el desarrollo de esta patología.
5. Nódulos tiroideos
Los nódulos tiroideos son crecimientos focales que tienen lugar en la glándula tiroides. Pueden ser únicos, pero con más asiduidad se presentan múltiples, provocando un bocio multinodular. Pueden ser líquidos (en cuyo caso se consideran quistes), estar formados por tejido predominantemente celular (en cuyo caso se dice que presentan una estructura sólida), o mostrar una estructura mixta. La mayoría de los nódulos tiroideos no son graves y tampoco provocan síntomas. Sin embargo, ocasionalmente algunos de ellos pueden desembocar en una secreción de tiroxina adicional, lo que se traduce en los síntomas de hipertiroidismo ya citados.
Las posibilidades de que un nódulo tiroideo se torne canceroso son muy pequeñas (<5%). De todas formas, es importante detectarlos a tiempo y extirparlos (en los casos en los que sea posible) para una máxima seguridad. Además, hay algunos nódulos que pueden traducirse en dificultades para respirar y tragar, por lo que deben tratarse cuanto antes.
6. Cáncer de tiroides
El cáncer de tiroides es una proliferación anormal de las células que comienza en la glándula tiroides. Existen diferentes tipos de cáncer tiroideo:
- Cáncer de tiroides diferenciado: incluye los tumores bien diferenciados, los tumores pobremente diferenciados y los tumores indiferenciados. Se caracteriza por células cancerosas que, al ser observadas al microscopio, se asemejan a las células tiroideas normales. Suele tener un buen pronóstico y un tratamiento más sencillo. Son tumores capaces de captar yodo, lo que permite el uso de yodo radiactivo (I-131) como parte del abordaje clínico tras la cirugía.
- Cáncer de tiroides medular: el cáncer medular de tiroides (CMT) es un tipo poco común de cáncer que se desarrolla en las células C de la glándula tiroides, que son las responsables de producir la hormona calcitonina. Es menos prevalente que los tipos diferenciados y puede presentarse de forma esporádica o como parte de síndromes hereditarios, como la neoplasia endocrina múltiple tipo 2 (MEN 2). No capta yodo, por lo que el tratamiento con yodo radiactivo no es útil. Su pronóstico es generalmente menos favorable y requiere un enfoque más agresivo.
Según la American Cancer Society (ACS), los cánceres tiroideos ocurren hasta 3 veces más en el sexo biológico femenino en comparación con el masculino. La exposición a radiación, el sobrepeso-obesidad y la alimentación baja en yodo se consideran factores de riesgo adicionales para el desarrollo de este cáncer. Las pruebas de diagnóstico por imagen y las analíticas sanguíneas son esenciales para detectar esta neoplasia maligna a tiempo y ponerle solución antes de que sea tarde.
7. Bocio
El bocio es un agrandamiento anormal de la glándula tiroides que puede presentarse con o sin alteraciones en la producción hormonal. Puede aparecer en forma de un aumento difuso del tamaño tiroideo o como una masa nodular. Las causas del bocio son diversas: desde la deficiencia de yodo (aún prevalente en algunas regiones del mundo) hasta alteraciones autoinmunes como el hipotiroidismo de Hashimoto o el hipertiroidismo de Graves-Basedow, enfermedades ya citada en este artículo. También puede desarrollarse por razones genéticas, inflamatorias o como efecto secundario de ciertos medicamentos.
En muchos casos, el bocio no causa síntomas más allá de la visible hinchazón en la parte anterior del cuello. Sin embargo, si alcanza un tamaño considerable, puede generar molestias como dificultad para tragar, sensación de presión en la garganta o, en casos más graves, problemas respiratorios. La función tiroidea puede ser normal (bocio eutiroideo), estar disminuida (bocio hipotiroideo) o aumentada (bocio hipertiroideo), por lo que el diagnóstico incluye estudios de imagen y análisis hormonales. El tratamiento dependerá de la causa subyacente y del tamaño del bocio, e incluye desde la observación clínica hasta cirugía o terapia con yodo radiactivo.
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